Historiadora de formación, se ha orientado a las artes, con especial énfasis en la investigación y producción dentro del campo de la fibra y el textil contemporáneo. Obtuvo el doctorado en Artes Visuales e Intermedia por la Universidad de Valencia, de donde salió la publicación de su libro Lineamientos Estéticos del textil contemporáneo publicado por Azafrán y Cinabrio Ediciones. Actualmente cursa el doctorado en Teorías Estéticas en la Universidad de Guanajuato, con una investigación sobre las categorías estéticas del arte de la fibra. Su actividad en el área también incluye la producción de obra y ha tenido varias exposiciones en distintos lugares dentro y fuera del país. También hizo una investigación sobre el textil artesanal de la lana en el Estado de Guanajuato que salió publicada en el libro Telares y tejedores en Ediciones La Rana.
Otra de sus áreas de interés y en donde ha recibido reconocimientos es la poesía. De su trabajo han salido varias publicaciones: Corazón del Viandante, Aroma de dos pueblos, Rumores y otros libros colectivos.
Le interesa la fotografía, la pintura y la música, disciplinas en las cuales se ha formado con varios maestros, algunos de los cuales han sido Gustavo López, Capelo y Omar Córdoba, respectivamente.
Forma parte del grupo musical Las Hijas de la Guayaba, que tiene grabados cuatro discos dobles con canciones originales de las cuales es autora de varias letras. Este año 2023 el grupo fue beneficiado con la beca FONCA en el programa de Estímulos a Músicos Tradicionales para grabar ocho videos de sus piezas.
1- ¿De dónde nace su interés por los textiles y la fibra y qué significados personales tienen para usted?
Todo comenzó con un taller de tapiz en bastidor donde hacía objetos decorativos con las maestras María Almanza y su hermana Patricia; posteriormente aprendí telar horizontal con Carol Ventura, una maestra que la Universidad trajo de Virginia, E. U. y me inicié en telar vertical con el maestro Francisco Cuematzi. Luego abandoné el textil por un buen tiempo hasta que ciertas circunstancias de mi entorno y sobre todo la llegada del internet me abrieron un panorama distinto a lo que yo concebía como lo textil. Descubrí entonces que no solamente se podía hacer textil como manualidad o artesanía, sino que había un cauce propiamente artístico que me llamaba mucho más la atención. Al mismo tiempo, se me presentó la oportunidad de estudiar una maestría en un programa conjunto de la Universidad de Guanajuato y la Universidad Politécnica de Valencia y planteé mi tesis sobre los lineamientos estéticos del textil como forma de arte contemporáneo. De esa investigación surgió y se publicó mi libro sobre el tema donde analizaba el por qué el arte de la fibra está totalmente inserto en el ámbito del arte. Continué con el doctorado en el mismo programa y mi investigación abordó el tema de la metáfora del textil en los mitos del origen y en la era multimedia. Todo este trabajo académico me llevó a profundizar en el tema seriamente e impactó también la producción de mi obra. Las cualidades de los materiales con los que trabaja el arte de la fibra me han permitido encontrar mi propio lenguaje en un ámbito donde el tejido es únicamente una técnica más dentro de la riqueza de recursos que ofrece esta actividad. Me parece que el arte contemporáneo abrió un nuevo mundo de múltiples posibilidades para la expresión, y las fibras han encontrado su lugar en las más nuevas formas del arte, y ahí es donde me siento más cómoda porque tengo la posibilidad de incorporar el conocimiento de técnicas tradicionales como el bordado, el deshilado, la costura, el tejido, el teñido, etc., a la manipulación escultórica de telas trabajando en planos bi y tridimensionales para expresar mi percepción personal en las piezas que produzco.
2.- ¿Puede hablarnos de su tesis de maestría publicada por Azafrán y Cinabrio? ¿Cuáles son sus aportes a la materia?
En esa investigación para la tesis de maestría, me sumergí en el análisis del proceso artístico, de sus elementos, de los fenómenos que lo definen según los filósofos que se dedican al tema de la Estética y que con sus aportes han contribuido al entendimiento de la manifestación artística, donde surge la vanguardia de la percepción y de la creación humanas en el campo de lo sensible. Y considero que mi aporte (y hay que considerar que estamos hablando de un trabajo que realicé ya hace casi veinte años), fue la propuesta de lineamientos estéticos que justifican el arte de la fibra como una forma auténtica de expresión dentro del arte. Analicé las diferencias entre el textil como manualidad, como artesanía, como objeto decorativo y cómo lo textil se deslinda de esos entornos para convertirse y tomar su lugar como objeto propiamente artístico. La filosofía, a través de la estética me brindó las herramientas para plantear las líneas que permiten afirmar al arte de la fibra como expresión legítima en el arte. Aunque en algunos países actualmente esto no se pone en duda, todavía existe mucho desconocimiento y la reticencia de algunos sectores para aceptar al arte de la fibra como una forma de expresión propiamente artística.
3.- ¿Puede hablarnos de su investigación en el doctorado de Teorías estéticas? ¿Qué descubrimientos ha hecho hasta el momento?
Mi tema de tesis sigue abordando el arte de la fibra, pero en esta ocasión mi pretensión es plantear las categorías estéticas que definen los símbolos y metáforas de las distintas expresiones que utilizan la fibra como medio. Partiendo de los años cincuenta del siglo XX, la travesía que ha realizado el arte textil y de la fibra para lograr su reconocimiento como una expresión netamente artística ha estado llena de momentos álgidos pero muy interesantes. El rechazo de la disciplina por sus nexos con lo femenino y el ámbito doméstico es un fenómeno que tuvieron que enfrentar las pioneras del arte de la fibra, e incluso en la actualidad hay sectores que no lo valoran como una forma de arte. Pero, al margen de esa situación, los símbolos que contiene en su expresión son reconocibles por la relación que tienen con lo que vivimos en el entorno social. El arte contemporáneo nos ha traído muchas sorpresas, con un duro enfrentamiento con lo que normalmente se consideraba arte, pero es gracias a esos experimentos, cambios y nuevos abordajes, que podemos expandir nuestro entendimiento del mundo actual, y el arte de la fibra no está fuera de ese proceso. Por tanto, el análisis de sus categorías estéticas y sus contenidos simbólicos nos ayudan a comprender la manera en que expresamos y percibimos los problemas del entorno en el que vivimos.
4.- ¿En qué lugares y ciudades ha expuesto su obra?
He expuesto en galerías de varias ciudades del Estado de Guanajuato, en Oaxaca y en Xalapa, y en Tampa, Florida.
5.- ¿Puede contarnos alguna experiencia entrañable que haya tenido en alguna exposición de su arte?
No recuerdo alguna en espacial, pero me produce mucha satisfacción ver a la gente sorprendida por los materiales que le son tan familiares y enfrentando el nuevo significado que toman con mi trabajo sobre ellos.
6.- ¿Cómo ha sido el textil artesanal de la lana en el estado de Guanajuato de acuerdo a su investigación?
Ese trabajo fue muy interesante para mí porque visité los municipios del Estado de Guanajuato que tenían alguna tradición textil lanera, conocí a las personas del oficio y aprendí mucho de su manera de vivir y trabajar. En esos años me di cuenta de que era un oficio que estaba a punto de desaparecer, pues las prendas que producían ya no tenían un mercado de consumo suficiente. Los sarapes, cobijas y prendas de lana se han dejado de usar por las características de la fibra que “pica”. Además, la mayoría de quienes trabajaban el telar eran ya muy mayores, y sus hijos, que habían aprendido el oficio en algún momento, buscaron medios de vida que les dieran mayores ingresos o habían emigrado al norte. En ese momento le planteé la problemática al Instituto de Cultura, pero no hubo mayor respuesta. Para que se conservara el oficio, sería necesario cambiar los productos y el material con que se elabora, conservando las habilidades de tejeduría, pero no ha habido interés por parte de las instituciones para modificar a tal punto la situación.
7.- ¿Cómo ha incidido su formación como historiadora en su trayecto como artista?
Haber estudiado la licenciatura y la maestría en Historia me dio herramientas suficientes para la investigación, además de una visión amplia sobre los autores importantes en ambas disciplinas. Además, la maestría en Historia Regional me acercó al ámbito cercano para el análisis de sus problemáticas. Incluso la licenciatura en filosofía también me preparó para ver el mundo de manera distinta. Creo que esta formación facilitó mi tránsito al arte desde una visión más sólida y consciente.
8.- ¿Qué significado personal tiene para usted la ciudad de Guanajuato que le ha dedicado un capítulo en el libro colectivo Aroma de dos pueblos?
Guanajuato es la ciudad donde he pasado el mayor tiempo de mi vida. Es una ciudad muy peculiar, no solamente por su orografía, sino por lo que ésta provoca en la convivencia de quienes la habitan. Su carácter minero, turístico y estudiantil combinados, conforman un entorno distinto, además de que su tamaño también influye en la forma de vida. Yo crecí en casas ubicadas muy en el centro de la cañada, así que los espacios públicos como el jardín o las plazas, me eran muy familiares, casi como si fueran parte de mi patio de juegos. Vivir aquí, por el espacio delimitado por los cerros, me ha desarrollado una observación más atenta de los detalles que están presentes en cada construcción, en cada balcón, y en la naturaleza que todavía se muestra en la mancha urbana, pues todavía es frecuente ver algún tlacuache, cacomixtle, lagartijas y muchos pájaros entre las casas. Esta ciudad me contiene en sus relieves físicos y simbólicos, pero me permite una disposición del tiempo que dudo mucho que otra ciudad me diera, además es mi punto de partida y regreso en mis exploraciones del mundo.
9.- ¿Cómo es para usted ser parte de una familia de artistas?
Construir mi familia dentro del ámbito de la cultura y el arte ha sido un proceso que he disfrutado mucho. El consumo del arte es uno de los nutrientes que alimentan la relación familiar. El contacto con la poesía, con la literatura en general, con las artes visuales y con el ámbito académico nos permite compartir y relacionarnos de manera más amplia, más allá de la estructura familiar y eso enriquece mucho nuestras vidas.
10.- ¿Cómo nace en usted la pulsión por escribir poesía y cómo fueron sus inicios?
Mi primer contacto con la poesía provino de mi padre, a quien le gustaba la oratoria y nos leía poemas de autores importantes. En el colegio también llevé unas muy buenas clases de literatura en la secundaria, pero mis primeros intentos de escribir fueron en la preparatoria, a partir de una clase de periodismo donde nos pidieron escribir un cuento. A partir de ahí comencé a intentar la poesía, escribiendo solo para mí. Más tarde, en la licenciatura, conocí a personas que escribían y me animé a mostrar mis textos, asistí a talleres literarios y comencé a producir más sistemáticamente. Mi poesía es simple, muy personal, y a través de ella intento encontrar palabras que construyan la imagen que percibo del mundo. El texto y el textil me parecen una muy buena combinación.
11.- De entre su obra publicada, ¿cuál es su colección de poemas más entrañables y por qué?
Los poemas que hablan de mi entorno personal son mis más queridos textos, porque me recuerdan de dónde vengo, cómo habito el mundo, a quién amo, por dónde camino. Más que ninguno de los otros, de carácter más general, dichos textos atestiguan mi presencia como persona.
12.- ¿Cómo es su relación con la fotografía?
La mirada atenta y enfocada me parece una cualidad que hay que cultivar, sobre todo en este ámbito en el que vivimos donde todo nos pasa velozmente y que no nos permite detenernos a mirar algo más allá de la mirada fija en las pantallas. Aunque he tomado varios cursos de fotografía, no me considero profesional, más bien mi afición consiste en mostrar detalles que casi nadie tiene tiempo de mirar, insectos, partes interesantes de los objetos, composiciones que están ahí y que se nos pasan sin siquiera llamar la atención. Fijar eso en una imagen fotográfica, aunque no tenga gran calidad técnica me parece una actividad muy satisfactoria.
13.- ¿Cómo se relaciona con la pintura y qué técnicas ha explorado en este arte?
Con la pintura tengo una relación de amor-rechazo. A partir de aprender las diferentes técnicas, he explorado técnicas y no he hallado todavía una manera de acomodarme que me permita la expresión que necesito. Tomé cursos de acuarela, encausto, óleo y acrílico con artistas de cada técnica, pero siento que estoy todavía en la búsqueda de mi modo de expresión. He participado en varias exposiciones colectivas y recibidos reconocimientos, pero siento que la pintura todavía me espera.
14.- ¿Cómo es su proceso creativo a la hora de escribir una letra de una canción?
Depende mucho de la circunstancia. Puede ser a partir de un sentimiento personal, la mayoría de las veces, pero también puede surgir sobre un tema dado que hay que tratar. El ritmo de las palabras es muy importante. Otro modo es cuando ya está la melodía y hay que producirle una letra. No hay un proceso único.
15.- ¿Cómo es su relación con la música? ¿Toca algún instrumento?
La relación con la música ha sido difícil. Es una de las dos disciplinas que me ha dado trabajo aprender en la vida, pero soy persistente y sigo intentando. En el grupo toco la jarana. Aparte estoy intentando aprender flauta traversa y algunas canciones en el piano, además de las clases de historia del jazz. Por distintas razones, en un periodo de mi vida dejé de escuchar música, y regresar a oírla con una atención voluntaria a los instrumentos, a las formas, a la estructura; ha exigido mucho esfuerzo, pero me ha regresado un deleite que disfruto.
16.- ¿Cómo es su historia personal con el grupo Las hijas de la guayaba?
Surgió a partir de una invitación que me hicieron a una clase de jarana por parte de un maestro veracruzano que vino a la ciudad. De ahí se derivó un grupo de estudio y finalmente la maestra Aldonza López, me invitó a integrarme a un grupo de mujeres que organizó para tocar son. Estudiamos, nos presentamos en el museo del Pueblo y ahí terminó la primera fase del grupo, porque llegó Omar Córdova, un amigo de Aldonza que había estudiado en la Escuela Superior de Jazz de la CDMX y cambió todo el panorama para el grupo. Empezó a hacer la música, integró otros instrumentos y nos impulsó a crear nuestras propias canciones originales, construyendo un estilo que combinaba distintos elementos de la música tradicional con arreglos provenientes de otros lenguajes musicales. Grabamos cuatro discos dobles y tenemos en el repertorio más de cuarenta canciones de nuestra autoría. El grupo cumple ya su octavo aniversario. Yo sigo aprendiendo y tratando de mejorar en la jarana. Este año el grupo recibió el apoyo del FONCA en el programa de Estímulos a Músicos Tradicionales para grabar ocho videos de igual número de canciones de nuestra autoría. Creo que pocos grupos en la ciudad han perdurado tanto tiempo y con tanta producción original.