Santo Político
Por años, Guanajuato logró posicionarse en el radar global del automovilismo gracias al Campeonato Mundial de Rally (WRC), un evento que no solo hacía rugir motores en la sierra y en las calles empedradas de nuestras ciudades, sino que generaba una derrama económica y una visibilidad internacional que ningún spot publicitario pagado podría igualar.
La edición 2023 del WRC fue un ejemplo perfecto: casi 600 mil espectadores, una derrama de 695 millones de pesos, más de 37 mil turistas hospedados, cobertura en más de 150 países y una ocupación hotelera que se extendía a lo largo y ancho del corredor industrial. Guanajuato no solo fue sede, fue vitrina del mundo.
Sin embargo, hoy esa vitrina está empañada. Para 2024 y 2025, el WRC ha quedado fuera del calendario, no solo por temas logísticos o decisiones del promotor internacional, sino también —y hay que decirlo con todas sus letras— por la falta de una estrategia seria, ambiciosa y sostenida del Gobierno de Guanajuato para respaldar eventos de esta magnitud.
Mientras otros destinos consolidan su marca a través del turismo deportivo, Guanajuato ha levantado el pie del acelerador justo cuando más se necesita. La caída del turismo por factores económicos, sociales e incluso de percepción de seguridad, exige hoy más que nunca proyectos detonadores. ¿Y qué obtenemos en su lugar? Un Rally de las Naciones que, aunque bien intencionado, no llega ni al 10% del impacto turístico y mediático que tenía el WRC: 45 mil asistentes y 40 millones en derrama, cifras modestas frente al potencial probado.
Lo más preocupante no es que se haya perdido una fecha del WRC. Eso puede pasar. Lo verdaderamente alarmante es que no haya un plan para recuperarla ni un proyecto alternativo de igual o mayor calibre. La industria turística guanajuatense —hoteleros, restauranteros, transportistas, operadores turísticos— necesita eventos que generen flujo, visibilidad y ocupación. Y sobre todo, necesita que desde la cúpula del poder se entienda que el turismo no se sostiene solo con ferias regionales, sino con apuestas valientes y visión de largo plazo.
Hoy, el turismo en Guanajuato no necesita solamente promoción, necesita una causa que inspire. Y pocas cosas lo han hecho tan bien como el rugido de los motores del WRC entre nuestros cerros, calles coloniales y caminos de tierra.
Es momento de preguntarnos: ¿vamos a seguir pensando en pequeño o vamos a poner otra vez a Guanajuato en el mapa mundial?
Porque los autos ya se fueron… y el turismo, si no se actúa, no tarda en tomar la misma curva.