El legado de Carlos Martínez Inda, un contador público de 95 años, revela cómo el espíritu universitario puede cambiar vidas y trascender generaciones.
Celaya, Gto., 28 de enero de 2025.- La Universidad de Guanajuato (UG) está hecha de historias que trascienden edificios, libros y aulas. Entre esas historias destaca la de Carlos Martínez Inda, un contador público que no solo formó parte de la generación pionera en Contaduría Pública en Celaya, sino que también dedicó su vida a la docencia, el servicio público y la construcción de comunidades. Hoy, a sus 95 años, este celayense mantiene viva su pasión por el conocimiento, la enseñanza y la Universidad que ayudó a crecer.
De un joven curioso a un profesional apasionado
Carlos nació en Toluca, pero su infancia y vida adulta transcurrieron en Celaya, la tierra de su madre y el lugar que define su identidad. Con una infancia feliz que aún recuerda con gratitud, descubrió su vocación por la contaduría de manera fortuita. En los años 40, cuando Celaya apenas contaba con opciones educativas limitadas, la contabilidad privada se perfiló como una carrera prometedora. Pero Carlos tenía mayores aspiraciones.
En 1948, decidió aventurarse en un campo apenas en formación: la Contaduría Pública. La UG, entonces Colegio del Estado, estaba en proceso de ampliar su oferta educativa, y Carlos fue testigo y parte activa de este crecimiento. Junto a sus compañeros y maestros, trabajó para construir lo que sería la Licenciatura en Contaduría Pública, que se formalizó en 1949.
El contador que nunca dejó de aprender
Desde sus primeros años como estudiante, Carlos se distinguió por su compromiso y entusiasmo. Mientras cursaba sus estudios, abrió su primer despacho contable, el cual sigue activo hasta el día de hoy. Sus primeros clientes llegaron gracias a las recomendaciones de sus maestros, incluyendo empresas locales icónicas como Cajeta La Vencedora.
“Comenzamos con un ánimo increíble en un ambiente extraordinario. Éramos amigos de los maestros, nos trataban con respeto y nos inspiraban a soñar en grande,” recuerda Carlos, quien asegura ser el último sobreviviente de aquella generación fundadora.
Tres décadas de docencia y un impacto eterno
Además de su práctica contable, Carlos dedicó 30 años a la docencia en la UG, formando generaciones de profesionales con su conocimiento y pasión. Sus clases no solo se limitaban a las aulas: organizaba visitas a macroindustrias y compartía experiencias prácticas que marcaron a sus estudiantes.
Su labor docente fue clave en el crecimiento de la UG en Celaya, incluyendo la fundación de la Licenciatura en Administración de Empresas y la expansión a nuevas sedes. Incluso después de retirarse como profesor de tiempo completo, siguió participando activamente como conferencista invitado.
Un líder en múltiples escenarios
La trayectoria de Carlos no se limitó a las aulas. Fue director regional de El Sol del Bajío durante más de 20 años, donde encontró en el periodismo una forma de servicio social. Además, ocupó cargos clave en el gobierno estatal, como responsable de Comunicación Social y promotor de parques industriales, donde gestionó la llegada de empresas como General Motors y Maseca a Guanajuato.
“De mi carrera como contador surgió todo,” afirma Carlos con orgullo, atribuyendo su éxito profesional y personal a la formación que recibió en la UG.
Un legado imborrable
Hoy, Carlos Martínez Inda es un símbolo de la identidad universitaria. Conserva como tesoros sus tesis mecanografiadas, credenciales estudiantiles y escritos personales, en los que plasma su amor por la vida y por “la Colmena,” como llama a la UG. Ha recibido múltiples homenajes por su contribución a la educación y el desarrollo de la región, el más reciente en diciembre de 2024.
Un mensaje a las nuevas generaciones
A sus 95 años, Carlos comparte un consejo para quienes hoy transitan los pasillos de la UG: “Enamórense de sus estudios, de sus maestros, de su Universidad. La UG no termina con la graduación; se lleva en el corazón. Donde hay amor, hay todo. Regresen a su Universidad y devuelvan un poco de lo que les dio.”
Con su historia, Carlos Martínez Inda nos recuerda que la educación no solo forma profesionales, sino también seres humanos comprometidos con su comunidad y con el legado que dejan para el futuro.