En días pasados publicamos unas notas sobre el libro breve de poesía Teoría de la desolación (Azafrán y Cinabrio, 2012) de José Antonio Banda. No obstante, nos parece ahora que debemos abundar un poco más en él, pues, en mi opinión es aquí donde, luego de su libro de poesía inicial Cuaderno en ruinas (Plataforma, 2011) que, como todo libro primero puede considerarse un ensayo, un tanteo, empieza a desarrollar una voz más personal.
Cabe decir que hay hermosas asociaciones de palabras en este libro que experimenta con diversos ritmos, prescindiendo o no de los signos de puntuación según las necesidades expresivas de cada poema. Es también un libro amargo, pero de una amargura que deja en nuestro gusto la constancia de algo pacientemente trabajado: imaginamos al poeta luchando largas noches contra el lenguaje para arrancar de él algún resplandor, la faz pulimentada de un verso que se engasta a otro para formar un collar artesanal.
Algunos tópicos de este libro: el abandono, la sensación de orfandad, la contumaz sapiencia de la muerte, la desgracia experimentada como un ambiente, la ausencia de lo que no tendremos nunca y la soledad del poeta (¿y de la humanidad entera?) como su condición sine qua non.
Sin embargo, hay un momento del libro en el que descansamos de la atmósfera aciaga y leemos la declaración vehemente de un amor henchido de promesas, cuya plenitud rebosa vitalidad y enciende imágenes que convocan un fino erotismo. Leemos en “Por ti, sólo por ti”:
Se agota la sombra al acercarse tu horizonte
Perla enamorada de su imagen
La aurora busca su horneado polen en tu bahía
Y el selvático perfume de las olas el infinito sentido de tu cuerpo
[…]
Mis ojos crecen en tus ojos
Crecen hasta romper sus crisálidas
Hasta caer enloquecidos por tu aroma
Y mojar sus tiernas raíces en tus ríos
Y, a pesar de que este poema desentona con el conjunto de la obra si queremos entenderla como una unidad conceptual, es, en mi opinión, el mejor poema de libro.
Otro poema de interés en este libro es “Hogar bajo la sombra”, que se elabora en torno al allanamiento, por parte de la policía, de la casa del reconocido poeta mexicano Efraín Bartolomé en 2011; suceso en el que fueron sustraídas ilegalmente varias pertenencias valiosas suyas y que, por sus implicaciones políticas, despertó una serie de textos periodísticos por parte de un sector de la comunidad intelectual y literaria de este país. Así, “Hogar bajo la sombra” queda registrado como uno de los pocos testimonios literarios con que la poesía mexicana se fraternizó con la desgracia del poeta chiapaneco, mostrando José Antonio Banda de esta manera un aspecto de comunión y preocupación social en su producción poética.
Otro poema que acusa una nota de interés social en este libro es “Declaración de orfandad”, que plantea el tema de la ciudad como un espacio adverso, opresivo, al que el poeta se vuelve con un reclamo:
Yo odio profundamente la ciudad donde crecí
[…]
porque no inoculó en mis ojos el frío polen
del verdadero odio
porque gesticulo tontamente
frente al espejo diario
de la soledad de sus calles.
La ciudad grita en mi oído
me deja sordo
sabe todo lo que no podré ser
conoce todo lo que he perdido
en mi taciturna sombra de rigor.
Un rasgo más a resaltar en este libro es la asimilación de algunos procedimientos tipográficos para dotar de nuevos elementos significativos a algunos poemas y proveerlos de una mayor plasticidad. El ejemplo más claro está en el poema “Desde el fondo del naufragio”, el cual está formado de tres columnas de versos que permiten lecturas diversas si se interrelacionan al arbitrio del lector, lo que apela a una participación más activa de éste, como en el caso de ciertos poemas de Octavio Paz, máximo representante en el ámbito mexicano de estos juegos lúdicos en la poesía.
Si algo pudiera yo reprochar a estos dos poemarios es el uso a veces privilegiado por el autor de ciertas repeticiones y anáforas que, si bien, sí llegan a producir su efecto de oscura salmodia, en mi opinión también entorpecen en ocasiones la agilidad de la lectura y llegan a parecer un recurso de construcción bastante inmediato. Pero, en términos generales, Teoría de la desolación delata la capacidad que ha ganado el autor para evocar sensaciones por medio del manejo del lenguaje, así como la continua atención del poeta hacia la flexibilidad de la palabra, que le ha hecho asumir riesgos cada vez mayores expandiendo los sentidos de la interpretación. El autor parece haber encontrado su nicho en la poesía; y todo con respecto a sus primeros poemas nos indica un crecimiento técnico como trabajador del verso.
Bien, de esta manera hemos repasado a vuelo de pájaro este libro de este autor que se inserta de lo que hace años se llamaba Generación de los Ochentas, mote que al parecer fue provisional y que todavía necesita su revisión crítico-académica, con el que los círculos literarios y de lectores de este país habían signado a un grupo de jóvenes escritores nacidos en la década de los ochenta y que publican de manera más o menos constante en medios impresos y electrónicos diversos (poemas sueltos de José Antonio Banda han aparecido entonces en Círculo de poesía, Asamblea de palabras, Dulce arsénico, Anomalía, entre otros).