Litoral del tiempo es el nombre del libro que recopila la poesía completa de Margarita Paz Paredes, esa maravillosa y delicada poeta que naciera en San Felipe Torres Mochas en 1922, muriendo en la Ciudad de México en 1980. Estudió periodismo en la Universidad Obrera de México y Letras en la Universidad Autónoma de México. Esta compilación ha sido editada por lo menos tres veces: la primera por el gobierno del Estado de Guanajuato en 1978, luego por el Gobierno del Estado de Campeche 1978; y en 1986 por la Secretaría de Educación Pública 986. El libro reúne los libros Sonaja, Voz de la tierra, Génesis transido, El anhelo plural, Coloquio de amor, Los amantes y el sueño y Lumbre cautiva, entre otros; siendo más e 20 libros los que publicó en vida.
La edición que nos convoca en esta ocasión se debe al centenario de su natalicio, en 2022, siendo traída de nuevo a la actualidad por Ediciones La Rana, pues su obra, a pesar de su innegable belleza y honda profundidad que logra alcanzar, ha quedado muy a la sombra, muy al olvido, como sucedió por desgracia con otras poetas que escribían en esos años muy bellos poemas, como por ejemplo Margarita Michelena o Concha Urquiza. El libro fue presentado en la Feria Nacional de León con una disertación de Amaranta Caballero Prado y una ronda poética a cargo de lectoras profesionales invitadas.
Roberto Oropeza Martínez, en su introducción llamada “Desde el candil más alto”, hace notar en la poesía de Paz Paredes “sus imágenes sorpresivas, la cadencia avasalladora, intensa con que construía sus andamios de luz”. Se refiere sobre todo a esos poemas a la vez de juventud y de maduración estilística en que la densidad de imágenes y sus asociaciones inesperadas logran un efecto muy sensible en el lector, sobre todo referido al erotismo, la sensualidad. la vitalidad y el amor. Lo que puede metaforizarse “con una cadena de imágenes artísticamente engazadas”. No obstante, como casi todo poeta, ella también en cantó el dolor. Sobre todo aquel causado por la injusticia. En estos poemas de tinte social se perciben tonos de condolencias y camaradería para hacernos presentes la condición ajena de los desposeídos, llegando a tener en algunos momentos una clara postura política de izquierda. En ese sentido puede entenderse la estrecha amistad que sostuvo con Efraín Huerta quien le dice, en su poema “Palabras a Margarita Paz Paredes”: “Porque si te fijas bien sólo somos sobrevivientes”, porque el o la que se adentra con plenitud dentro de la poesía como vocación y ejercicio de vida y no arde, enloquece, se consume o se entrega por voluntad romántica al suicido, es un sobreviviente.
Siguiendo a Oropeza Martínez, el hecho de que la poeta haya nacido en Guanajuato, aunque parezca circunstancial, sí es determinante “en su vida de reminiscencias como suele serlo en la vida de todos los poetas o de todos los hombres y porque esas pequeñas intimidades, las incandescencias tiernas, son a veces reminiscencia que se constituye en gema de tesoros ocultos, allí en el arca que el poeta abre celosamente protegido, para elegir las que habrá de lucir en las fiestas y saraos del poema”. Otra tendencia a hablar del dolor se hace patente en su poesía de una forma aciaga, de profunda gravedad, explorando honduras de la subjetividad que exploraron como una especie de código común las poetas de su generación que ya mencionamos, además, y sobre todo, de Rosario Castellanos. Me parece que allí hay otra línea universal destacable.
En su texto de presentación, Pedro Vázquez Nieto nos propone que la de Paz Paredes no una poesía que encaje dentro la lógica con la que se entendía la mal llamada “poesía femenina” (nombramiento sexista) sino que, en sus claroscuros remite a una poesía universal, que requiere un trabajo serio y tenaz que, acaso, “se adelantó a su tiempo”,
Es muy sugiere que la poeta comente que para ella, “Cada acontecimiento de la vida, por más sencillo que nos pueda parecer a algunos […] es un punto de partida para exponer los sentimientos más hondos que inundan no sólo al artista sino a cualquier persona cuando reflexiona sobre [..] la casa familiar, la muerte […] el amor, o la poesía misma.”
Prometemos que el lector que goza de la poesía verdadera, que trasciende el mero sentimentalismo para convertirse en un mecanismo lingüístico en el que florece la belleza, encontrará mucho disfrute en la lectura de este libro,