Príncipe, el perro de Dios (Ediciones La Rana, 2023) de Miguel Tolentino (Coatzacoalcos, 1973) es uno de los más recientes títulos de la colección Fondo para las Letras Guanajuatenses, al que también se han sumado los cuentarios La infancia de los brujos de Ámbar Gallardo, Un marco para Gauguin de Fernanda Ontiveros, Aquí los muertos no cantan de Julieta Navarrete y el libro de periodismo cultural Qué culpa si es cierto de Jaime Panqueva. Ya desde la cuarta de forros, escrita por el mismo autor, se expresa una intensa necesidad de escribir “su historia”: “poder releerla, borronearla, pasarla a limpio, tipiarla en la compu, corregirle la ortografía, buscarle sinónimos, añadirle palabras rimbombantes, giros inesperados, onomatopeyas, donde haya más drama que comedia, con luces y sombras”. No es la primera vez que este escritor es seleccionado en el Seminario para las Letras Guanajuatenses, del cual es producto este cuentario trabajado bajo la asesoría de Imanol Canayeda.
En sus cuentos se percibe una clara intención de no sólo contar historias, lo que serían simples relatos, sino entender el cuento como una forma literaria que puede aceptar una multiplicidad de variedades, cada una en su unicidad, así como de posibilidades formales y estructurales, buscando dejar una grata impresión tras la lectura del final. Es evidente que este narrador usa giros de tuerca de diversos grados que permiten el juego con el fondo, contenido o trama, que entretienen plácidamente al lector y trasmiten una emoción y sentido estéticos. En este sentido, la escolar sentencia falsa de que el cuento debe ser “redondo” se desmonta a favor de la libertad expresiva cuyos límites son la imaginación del autor. Se trata de relatos de diversa extensión: algunos bastante cortos, según la misma “idea” (llamémosla así) lo requiera y demande.
Son textos donde esta vida que podemos llamar “común”, “ordinaria”, “cotidiana” es aprovechada como una oportunidad para ensayar con conciencia el cuento, del cual se dice es uno de los géneros literarios más difíciles. Me parece que la brevedad común a estos textos le ha permitido concisión, economía y un sentido vertiginoso a la lectura, en oposición a la narrativa morosa que se solaza en la suma de pequeños detalles o bien en el lenguaje muy estilizado, retórico cuyo(s) sentido(s) a veces no se pueden percibir con facilidad o es necesario un trabajo intelectual de exégesis.
Son casi una cincuentena de cuentos, algunos con títulos muy sugerentes como “Pulcro bólido”, “Equimosis”, “El que me diera la gana”, “El drama del paraíso”. Es dable señalar que con anterioridad el autor había publicado en los libros Disculpen el desorden (2012), Poquito porque es bendito (2013), ambas antologías de microrrelato y cuento breve, por lo que la brevedad, característica muy valorada por la literatura posmoderna (si bien es cierto que es tan antigua como la literatura misma) es posible que sea el expertise de nuestro estimado autor. Él ha publicado también en las revistas Fang, Dédalo y Alternativas; de igual modo obtuvo mención honorífica en el V concurso de cuento de la ciudad de León y en el XVI concurso de poesía libre de la ciudad de León. Practica con mucha pasión y vocación la docencia en la Universidad Tecnológica de León y en el Colegio Nightingale.
Estos nuevos libros vienen a refrescar la escena literaria de nuestro estado, anquilosada durante mucho tiempo. Es celebrable el valor que ha dado Ediciones La Rana en apostar por una nómina de autores que no figuraban en su catálogo, y que ahora lo están y pueden ser más difundidos a través de las diferentes estrategias de la editorial: lecturas en escuelas, exposición en ferias del libro nacionales e internacionales, venta de libro en nuevos espacios, contenido multimedia. Felicitamos al autor por este nuevo libro e invitamos a los lectores a adentrarse en el mundo narrativo de Tolentino, el cual seguramente gozarán y no los decepcionará.
El autor