Cuna geográfica de la Independencia de México, el estado de Guanajuato es depositario de una rica tradición oral con relación a personajes y sucesos de tal hecho histórico. En este sentido, preservar esta tradición se asumió en algún momento como una necesidad impostergable para que ésta no se deformase o perdiese para siempre. Don Fulgencio Vargas (Jaral del Progreso, Gto., 1875-1962) fue quien se propuso y logró esta tarea a través de la obra intitulada La insurrección de 1810 en el estado de Guanajuato (Ediciones La Rana)}, publicada por primera vez, precisamente para honrar el primer centenario de la Independencia de México, en 1909, por Eusebio Gómez de la Puente. En la actualidad, este libro se nos propone como un medio ideal para adentrarnos en ese pasado de nuestro estado que hervía de espíritus patrióticos, insumisos y rebeldes, de lucha, que muchas veces entregaron su vida en aras de su sueño de libertad. Muy elocuentemente esta fiebre guanajuatense es recreada a veces hasta en íntimos detalles por Fulgencio Vargas, historiador con grandes dotes de poeta, quien fuera profesor de la Universidad de Guanajuato, miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, de la Academia Mexicana de la Historia, presidente del Congreso del Estado de Guanajuato y autor de obras históricas como Flores del Centenario (1910), Yuririapúndaro (1923), Anecdotario de Provincia (1932), Estudio biográfico sobre don Manuel Doblado y Proceso histórico de la metrópoli guanajuatense (1938), entre otras.
Fulgencio Vargas
En su primera edición para la colección Crónica Popular de Ediciones La Rana del Instituto Estatal de la Cultura, ilustrado en su portada por un detalle del mural La abolición de la esclavitud por don Miguel Hidalgo y costilla del pintor José Chávez Morado, este libro que don Fulgencio dedica a la patria, acusa un estilo que se advierte como inspirado y vehemente, fino, hondo, galano, decorado y de caracterizaciones afectadas. En él el hecho histórico y la leyenda popular se funden fraternalmente. En palabras del prestigioso historiador Luís González Obregón, quien se encargó de su prólogo, este libro es “pequeño en sus dimensiones, pero grande por las hazañas épicas que consigna, de heroínas desconocidas y de guerrilleros ignorados”, de quienes quizá el único monumento sea el conjunto de estas páginas. El libro incluye también un juicio crítico del poeta Juan de Dios Peza en el cual celebra la empresa de Vargas, cuya labor califica de “elevada y noble” y a la cual le augura larga vida.
Los textos que conforman este libro son los siguientes: “Pípila”, en el que se recrea literariamente, no sin la fuerte tensión dramática que para tal fin era necesaria, el heroico acto de Juan Martínez durante la toma de la Alhóndiga, quien pasaría a la historia con este mote y a quien el autor califica a mártir de la patria; texto que se editara también en 2008 por el mismo Instituto Estatal de la Cultura en formato pequeño cuyo fin fue su distribución gratuita en el marco del comienzo de las celebraciones del Bicentenario de la Independencia. “Un mártir de la insurgencia” relata un breve encuentro entre Miguel Hidalgo y sus hombres con Manuel Muñatones, honrado campesino que tuvo a bien ofrecer comida, descanso y servicio a la turba insurgente cuando ésta pasaba cerca, hecho que despertó la ira vengativa de los realistas, costándole la vida. “La perla del lago” es la semblanza de Gertrudis Vargas, conocida popularmente así, con relación al fervor independentista que la anegó y llevó a ofrecer a su único hijo, su mayor tesoro y querer, para que se uniera a la defensa de su patria, en un acto de enorme y ferviente abnegación. “El hijo de la heroína” da cuenta de algunas de las acciones más importantes de este joven, cuyo nombre fue José María Magaña y quien se erigiría posteriormente en experto militar en pie de lucha hasta la mera consumación de la Independencia. “La cueva de Albino García” es una escalofriante anécdota coloquial que el historiador rescata en la que se cuenta del escondimiento de un supuesto tesoro por Albino García y sus hombres en una cueva cerca de la Barranca del Surco, y que ya no pudo ser recuperado por él debido a su fusilamiento por los realistas. Este tesoro estaría, según la leyenda, rodeado de un macabro conjunto de osamentas y sólo se podría cobrar siguiendo cabalmente un terrorífico conjuro. “Ejecución de los moros” es el relato del precio que hubieron de pagar miembros de una familia de apellido González avecinada en el Valle de Santiago por su subsidio a la causa insurgente: su asesinato público. “El camarista Alvarado” da cuenta de la secreta acción de un servidor anónimo a la Independencia de México, un humilde indio que por su valor y espíritu virtuoso llamó la atención del mismo Javier Mina quien quiso recompensarlo, rechazando el digno indio cualquier pago. “El giro” es un esbozo biográfico de otro personaje generalmente desconocido en la historia de esta lucha, Andrés Delgado, originario de Salamanca, que pasó de tejedor de mantas a bravo guerrero destacado por su lealtad y audaz desempeño en delicadas misiones militares, lo que costó el sacrificio de su vida. Finalmente “Un ejército del Ejército Trigarante” enaltece el carácter entusiasta y la tenacidad infatigable de Andrés Tamayo quien guerreó junto a José María Morelos en varias batallas y recibiera por su destacamento el grado de coronel, viendo alegremente consumada la lucha el memorable 27 de septiembre de 1821.