Tarzán no ha muerto (Ramas de noviembre, 2014, 77 pp.) es un poemario de memorias infantiles que recupera ese espacio inocente y lleno de asombros que es la infancia de los recuerdos escogidos. Desde el patio en que se jugó a ser un fornido Tarzán salvando a una mujer; la matinée en que el cine proyectó películas donde la maravilla se instaló antes los ojos voraces de aventuras; los juguetes de infancia ordenados para el juego más personal; el abuelo como una figura titular acompañando los paseos por la colonia; el niño gordo odiado por insoportable; Chapultepec como un inmenso jardín ávido de descubrimientos cerca de la presencia protectora del padre; el juego de las canicas como rito generacional; la maestra recordada como un ejemplo de cordialidad; el carro en que se hicieron viajes inolvidables; la muchacha de casa que despierta los primeros afanes eróticos; el Santa Claus de las ciudades esperando sentir los niños en sus piernas; el perro querido como parte singular de la familia; la abuela y sus particularidades de sombra; de nuevo el padre admirado y atesorado en el corazón; la niña de los juegos amorosos furtivos; el padrino solterón y afeminado; el arco como un juguete de maravillas y euforia; la primera televisión y su maravilla doméstica; la tarántula que apareció una vez bajo esa tele; las delicias del agua con zumo de limón, la juguetería entrañable; la madre que amaba y castigaba con la misma mano; los pantalones a la usanza de los tiempos; las fiestas de adultos que los niños espiaban al día siguiente; los refrescos prohibidos en casa; la niña a la que no nos animábamos a hablar; el doctor peculiar que atendía las congestiones; la tiendita de la esquina con su surtido atrayente para la curiosidad; los columpios como dispositivos perfectos para el goce; las terribles inyecciones; el primer carrito de pedales; los sombreros que la infancia coleccionaba y la bicicleta en que tantas veces se paseó la niñez.
Todo esto es como un álbum de memorias, magnificadas por la poesía, que reviven al niño interior y le dan ese espacio en que en que puede ser nuevamente a sus anchas. Un libro que seduce y atrapa por su dulce estilo confesional, y elegantemente trabajando.
Su autor, el mítico Eusebio Ruvalcaba nació en la Ciudad de México, el 4 de septiembre de 1951; murió en la misma ciudad, el 7 de febrero de 2017. De acuerdo a la Enciclopedia de la Literatura en México, fue “Narrador, poeta, ensayista y dramaturgo. Editor de la página literaria La Furia del Pez; director del suplemento cultural del diario Tribuna. Corrector de estilo de la sección cultural de El Financiero y coordinador cultural de la revista Vértigo. Se ha puesto en escena su obra La visita (1986). Su novela Un hilito de sangre fue filmada en 1995 por Erwin Neumayer. Colaborador de Casa del Tiempo, Cronopio, El Día, El Financiero, Heterofonía, Jazz, La Mosca en la Pared, La Semana de Bellas Artes, Milenio, Ovaciones, Péñola, Punto, Revista Mexicana de Cultura, Summa, Tiempo Libre, Tribuna y Vértigo. Becario del inba/fonopas, en poesía, 1978; en narrativa, 1979; y del cme, en teatro, 1981. Premio de Cuento El Nacional 1977 por Antisonata. Premio Punto de Partida de Teatro 1978 por Bienvenido, papá. Premio Nacional Agustín Yáñez 1991 para primera novela por Un hilito de sangre. Premio Nacional de Cuento San Luis Potosí 1992 por Jueves santo. Premio Internacional de Cuento Charles Bukowski 2004 por El despojo soy yo, convocado por Anagrama.

De acuerdo a la página de la editorial guanajuatense Los Otros Libros, de donde la editorial Ramas de noviembre sería un proyecto hijo, “Ramas de Noviembre tiene como objetivo rendir un homenaje en vida a los grandes poetas que han marcado un derrotero para las letras mexicanas, a través del libro como objeto de arte. La impresión con tipo móvil es el trabajo más sutil y elegante al que podría consagrarse la industria editorial. Un medio de expresión artística y una obra de arte por derecho propio, la tipografía es un oficio atemporal que produce efectos hermosos en el papel y un tacto incomparable, característico, totalmente distinto al de cualquier otro sistema de impresión mecánica o digital. A pesar de que en tiempos recientes el desarrollo de tecnologías para la impresión en offset haya vuelto más expedita la edición de libros, la colección Ramas de Noviembre insiste en el resguardo de un conocimiento y un oficio de siglos. Por medio del trabajo diario con preciosas máquinas de antaño, de la atención que dedicamos a la composición tipográfica y de la cuidadosa selección de los mejores papeles, Ramas de Noviembre custodia la permanencia de la tipografía, la técnica de impresión más antigua del mundo, y la mayor gratificación de nuestro esfuerzo es compartir con los lectores la riqueza que atesoramos.”
Para más información, se sugiere visitar: http://losotroslibros.com/ramas_de_noviembre

Logotipo de Ramas de noviembre