El pozo abierto (La Cecilia, 2014) es un poema del irapuatense José Antonio Banda editado en forma de libro cartonero en la ciudad de Zacatecas. Fue escrito en Madrid en 2008, tras recibir la muy triste noticia de la muerte de su abuelo, que representaba para él “una figura moral muy fuerte”. “Varios detalles se me vinieron a la memoria: la despedida, la incomprensión de mi viaje y, claro, su participación directa en mi educación sentimental, porque una parte de mi infancia transcurrió en el patio de su casa, donde vivía la mayor parte de la familia. Hablo, pues, no sólo de una parte de mi vida, sino también de una tradición familiar antiquísima, en donde todos sus miembros crecían bajo el brazo protector del patriarca. Caí en tristeza, pues supe de pronto que no lo volvería a ver. Quizá podrán darse cuenta de las emociones que tenía en ese momento luego de la lectura de El pozo abierto, porque no conozco todavía otra manera de expresarlas sino a través de la poesía, que me salvó en ese momento. No lo digo como exageración, sino como un hecho”, nos cuenta el autor. El poeta, que se había hecho un voto para dejar de lado la poesía (se encontraba en esa ciudad para estudiar una especialidad en ingeniería), vuelve a la lectura de poemas “como fuente única de certeza.” Volvió a Jorge Manrique, a Juan Ramón Jiménez, a Rafael Alberti y a Jaime Sabines, de quien por cierto toma un verso de su poema Algo sobre la muerte del mayor Sabines para titular su homenaje al abuelo que partió.
Este poema constituye, pues, una parte significativa de la vida de poeta de Banda en Madrid, donde realizó sus primeras lecturas públicas de poemas propios en centros culturales de la localidad, formando parte de la Red de Arte Joven por medio de la cual también entró en contacto con otros poetas jóvenes de la ciudad, y donde también continuó enriqueciendo su acervo de lecturas de la tradición poética universal. Paul Verlaine, Rainer Maria Rilke, Chales Baudelaire, Federico García, el conde de Lautréamont y Friedrich Hölderlin, por citar sólo unos nombres.
Este libro/poema significa mucho para su autor por tres cosas, según nos cuenta: “primero, porque es un homenaje que le escribí a mi abuelo; segundo, porque luego de su escritura no volví a alejarme de la poesía; tercero, porque su publicación fue más o menos fortuita. Conocí a Juan Manuel García Jiménez, director de la cartonera La Cecilia, donde se publicó el poema, en Guanajuato, en una mega fiesta. Casi al término de la misma comenzamos a comentar nuestras lecturas. Juan me pidió unos poemas para publicarlos en su cartonera. A la vuelta de correo me contó que lloró con los que estaban bajo el título El pozo abierto, porque le recordaron a su padre, y que sólo le interesaba publicar esos y no otros. Accedí con gusto y asombro.”
En cuanto a las publicaciones cartoneras a Banda le parece que son importantes en el panorama actual porque abren otras posibilidades de publicación. “También porque devuelven su valor artístico al libro, lo hacen coleccionable y, lo más importante, reciclan sus materiales, pues convierten lo perecedero en imperecedero debido a la literatura.” El libro, del cual también se creó una edición alterna en forma de caja de madera que resguarda los poemas, se pudo adquirirse vía Facebook contactando a la página del editor. A continuación compartimos unos fragmentos con ustedes del El pozo abierto.
3
Padre, qué falta nos harás
a la silla, al pórtico, al muro;
sola, allá quedará la casa,
la casa nueva que edificaste
enteramente en mí.
4
Solo, en silencio, callo,
pero vuelven los muros,
vuelven el patio, la silla,
tu voz y los olmos,
tu presencia y el aire.