Días animales constituye el primer poemario de Denisse Buendía, editado por primera vez en 2007 por la Universidad de Guanajuato dentro de su colección “Anaquel” dedicada a la poesía. Originaria de Morelos, esta mujer es poseedora de una sólida carrera como difusora cultural y defensora de los derechos de las mujeres, además de haberse dedicado a las causas de la juventud, lo cual le valió el Premio Estatal de la Juventud del Estado de Morelos en la categoría “Mérito Cívico”. Egresada de la carrera de Ciencias de la Comunicación, ganó un importante premio literario de poesía escrita por mujeres la década pasada, ha fungido como periodista, locutora y productora de radio y televisión e incursiona como escritora con esta obra cuya presentación en esta primera edición corrió a cargo de Arturo Sodoma, y cuya portada ilustró José Luis Pescador.
De este libro, dice su presentador que parece no inscribirse en tradición literaria alguna y que “parece pronunciarse desde ese espacio adánico que es la infancia” intentando dar expresión a sus más inmediatos conflictos con el mundo con una mezcla de malicia e inocencia. Y es que, efectivamente, es un libro totalmente lúdico, cuyo único fin parece ser la recreación con el mero y simple recurso del lenguaje. Atendiendo a sus intereses personales y a su labor en pro de la juventud, parece que éste es un libro escrito para la juventud, pero no una juventud idílica, sino una más real y cotidiana, aquella de las urbes actuales, muchas veces atormentada por el desequilibrio propio de estos climas sociales. Así se evocan en este poemario la locura, la enfermedad, la pesadilla, la culpa, el vacío, la mentira y la amargura de lo que no se puede tener: “Sé por la vida / […] que de memoria también se llora, / cuando los sueños se fracturan”; “Soy la extensión de la nostalgia, por eso escribo”.
Es posible encontrar en esta obra claras influencias del futurismo, movimiento artístico literario creado por el italiano F.T Marinetti, manifestadas primordialmente en el uso de sustantivos asociados por una relación, si no arbitraria, sí netamente personal, cuyos orígenes se encuentran en los recovecos de la psicología del autor, y que funde los significados de ambos sustantivos en un mismo concepto e imagen mental. Así encontramos en este poemario rarezas expresivas como “besos-cangrejos” o “nostalgia-sangre”, entre otros. También podemos encontrar influencias de otras varias vanguardias, principalmente del surrealismo hispanoamericano, a las que han sido muy proclives los escritores jóvenes mexicanos de finales del siglo y muy de los principios de éste, amalgamándolos en poemas de suma originalidad, trastocando la lógica del lenguaje común a favor de la riqueza de la expresión literaria. En este sentido no podríamos pasar desapercibido que los enunciados con los que se arman estos poemas son de una tremenda alucinación: “Es para dispararme, que abro la boca / hasta que me vuelvo un túnel de mariposas”.
Sin embargo, el aparente caos del sentido de estos poemas, aparentemente carentes de discurso, tiene un fin legítimo: la diversión, una diversión cercana a la locura, uno de los tópicos literarios con más prestigio de todas las literaturas (junto obviamente al amor, la muerte y el dolor). Pero esta no parece ser una locura que mueva a la risa, sino una que mueve a la confusión y al desgarramiento: (“Hay tardes que me quedo sentada a la orilla de mi misma, / y me abro el pecho, me toco el corazón”) Así, algunas de sus líneas contienen una cierta estética de ligero horror.
El libro se compone de tres apartados, “Días animales” (que da nombre al libro) “Grafías” y “Poemínimos”. Entre los dos primeros parece no haber mucha diferencia en cuanto a estilo o concepto, salvo que en el último se evoca constantemente un tipo de amor dependiente y hay en él algo de erotismo. Los “Poemínimos” son una colección de poemas minúsculos, a manera de colofón, y toman prestado su nombre del término que acuñara el escritor guanajuatense Efraín Huerta para designar a su poesía minimalista.
No podemos, por último, dejar de hacer notar que el nombre del poemario Días animales toma su nombre de una frase del poema “Madrugada” de la célebre poeta argentina expresionista y surrealista Alejandra Pizarnik, quien ha inspirado a una gran cantidad de artistas latinoamericanos de los últimos tiempos, por su peculiar vida y obra: “soñando una noche solar, / he yacido días animales. / El viento y la lluvia me borraron / como a un fuego, / como a un poema escrito en un muro. Dicha admiración de la autora por esta poeta es evidente en uno de los poemas de este libro en el que se utilizan imágenes de “La espera de la oscuridad” de Pizarnik y se juega con ellas a la manera de un rompecabezas. Sea considerado entonces, este libro, como uno de muchos homenajes que los y las poetas latinoamericanos han rendido a este verdadero ícono de las letras modernas, de quien sin duda Denisse Buendía debe ser ferviente admiradora.