Tratar de comentar el libro La pared en la ventana (1993) de Gabriel Márquez de Anda es toda una empresa, toda vez la naturaleza sustancial misma de este: un gran vacío que lo anega todo interiormente. Se trata de un libro que contiene la mayor parte de sus páginas vacías, sin letras. “Poema sacrílego que hace inevitable mancharse en el intento menos caluroso de defensa”, nos dice su contraportada, misma que advertimos está escrita por el mismo autor. En ella se habla a la par de una especie de suicidio, “muerte por mano propia de un desconocido de dudosa ralea”, tratamiento extraño que se nos figura a primera vista como superfluo, gratuito, inmediato, pero que, según el autor, no es la parte que debe interesar del poema, sino que “su nota característica brota principalmente de la sensación incomodísima de estar dentro del pensamiento de un demente”, de alguien que, suicidado en público, no volverá a vivir la magia de la poesía sin vergüenza.
Seguro de lo que podría considerarse su infamia, consciente de su atracción por el vacío, el autor asumió el riesgo de presentar la obra a los círculos literarios y venderla como un concepto estético único y original, en la certeza de que la primera piedra de la lapidación de la censura y la crítica voraz debería venir de alguna voz autorizada… Más, “¿a quién le corresponde arrojar la primera piedra?”, se preguntó el autor.
Una vez hecha la pretendida trasgresión a la tradición literaria, la recepción de este libro en los ámbitos académicos y literarios fue de incomodidad de no saber cómo reaccionar, de no saber si lo que se ofrecía en forma de libro respaldado por el prestigio de una editorial gubernamental (Ediciones La Rana) era una especie de broma, de experimento, de puesta en escena avant garde ouna crítica mordaz a la estética de la posmodernidad que ha sido calificada por ciertos teóricos como de una estética vacía de conceptos, caracterizada por lo barato de sus propuestas, su nihilismo, su absurdo y ridículo, así como el olvido que hace de la tradición.
Recuerdo que, en 2010, en una conferencia impartida por el entonces doctorante de la UNAM José Eugenio Garbuno Aviño en la Sede Valenciana de la Universidad de Guanajuato y que trató precisamente sobre la carencia fundamental de cimientos del arte y estética contemporáneas, la entonces Mtra. Lilia Solórzano Esqueda, profesora de la Licenciatura en Letras Españolas, recordó el día que la obra fue presentada en dicho plantel universitario: “¿No sabíamos si era una broma… o qué?”. Recuerdo también, previamente, en 2008, el Márquez de Anda se presentó en el coloquio Nacional de Lengua y Literatura “Efraín Huerta” en la misma Sede Universitaria, y durante su ponencia, al hablar a los alumnos sobre este rasgo característico de las páginas vacías intercaladas con escasísimas líneas de texto, los estudiantes se mostraron algo confundidos, faltos de capacidad para poder interpretar el suceso. Y no era para menos, tratándose de una obra así de abierta.
Sea como fuere, lo cierto es que la obra no fue nunca verdaderamente asimilada, o quizá entendida, ni por los críticos ni por los pocos lectores comunes a cuyas manos llegó este poco. Al cumplir veinte años de publicada, un porcentaje considerable de su tiraje (que fue de 1,500 ejemplares) permanecía aún en las bodegas de la editorial, a precio de remate. Sobre este tiraje, el Mtro. Octavio Tiraje, quien fuera Director de Ediciones La Rana al momento de publicarse La pared en la ventana, comentó que recibió un fuerte regaño de sus autoridades superiores por haber editado un libro con la mayor parte de sus páginas en blanco, en el supuesto de que ese papel pudo haberse empleado en otros libros, clamor a lo que posteriormente se sumaron otros escritores y lectores del contexto. Fuera de algún par de personalidades literarias de su generación que entendieron el clamor de Márquez de Anda, más recientemente, la poeta y artista gráfica Amaranta Caballero Prado externó alguna vez que le parecía un libro conceptualmente muy interesante y lo defendió como una propuesta posmoderna relevante.
Gabriel Márquez de Anda nació en la ciudad de León en 1957 y produjo este libro gracias a una beca del Consejo Estatal para la Cultura del periodo 1990-1991. Ha participado en algunos proyectos literarios de su ciudad, ha sido incluido en algunas antologías de su generación y ha coordinado laboratorios de creación literaria.