Compartimos una entrevista con la artista escénica Cinthya Franco, nacida en la ciudad de Guanajuato, Gto.; de 34 años, actualmente radicada en Los Cabos, Baja California Sur y quien ha demostrado un interés y una acción constante en pro de su formación integral y multidisciplinaria como artista escénica.
Ella ha hecho estudios en la Licenciatura en Letras Españolas, en la Licenciatura en la Enseñanza del Español como Segunda Lengua y la Escuela de Artes Escénicas, todas en la Universidad de Guanajuato. Comenzó su formación actoral en el Taller de Actuación de la Dirección de Extensión Cultural, también en la Universidad de Guanajuato, con el actor Alonso Echánove durante tres años. Ha tomado múltiples clases magistrales, cursos, diplomados y talleres de canto, danza, acrobacia, teatro, actuación, dramaturgia, maquillaje, iluminación, dirección, semiótica teatral, malabares, clown, circo, cine, televisión, literatura, versificación, ópera, etc., por lo que su currículum es robusto. Ha participado en congresos sobre sus áreas de especialización. Ha actuado en unas 65 obras de teatro, cortometrajes, películas y óperas de diversos géneros, subgéneros, tendencias y estilos (comedia, drama, experimental, tragedia, etc.), tanto como actriz principal, secundaria, extra y actriz de pequeñas partes desde el año 2007 y hasta la fecha. Fue Beneficiaria del Programa “Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico 2013” del Estado de Guanajuato, en la categoría de Jóvenes Ejecutantes, para interpretar La voz humana de Jean Cocteau. Figuró en la emblemática película El estudiante (2009) de Roberto Girault y Gastón Pávlovich, bajo la dirección del primero, la cual fue grabada en gran medida en el Edificio Central de la Universidad de Guanajuato. Actuó en el papel de secretaria de la central de autobuses en la película Sin Señas Particulares, dirigida por Fernanda Valadez, ganadora del Ariel como mejor directora y mejor película mexicana del 2020. En 2018 fue ganadora en el programa Manos por el Mundo Vive México-EDUCAFIN para realizar un voluntariado en La Abadía de Clausonne en Altos Alpes, Francia y de 2019 a 2020 radicó en París, Francia gracias a la visa Working Holliday. Obtuvo el 1er lugar en el Tercer Concurso de Teatro Universitario de la Dirección de Extensión Cultural de la Universidad de Guanajuato con la obra Dolor, hambre y sangre: Espejo de vida. Habla inglés, francés e italiano.
- De entre toda tu formación multidisciplinaria, ¿en qué área te sientes más fuerte y por qué?
En la improvisación. Es el área donde puedo, de alguna manera, jugar libremente y divertirme mucho. Aventarme ante la incertidumbre y sorprenderme siempre con los resultados creativos.
- ¿Cómo te preparas para interpretar un personaje?
Primero trato de atrapar su esencia desde la intuición, es decir, en una primera lectura trato de comprender al personaje en sus circunstancias presentes: cómo se siente, qué me dicen sus parlamentos… Después, ya de manera técnica y más consciente, comienzo a crearle sus antecedentes inmediatos (de dónde viene para llegar a la escena que se presenta) y luego me voy con los antecedentes remotos. Esta parte me encanta porque es donde me sirvo de herramientas como el eneagrama de la personalidad, los chacras, los elementos de la naturaleza, la edad (mental, biológica y cronológica), así como un perfil psicológico (traumas, pasiones, relación con sus padres, etc.) y cómo afecta todo ello en su forma de caminar y de hablar.
- Dentro del teatro, ¿en cuál de los dos grandes géneros clásicos, comedia y tragedia, te mueves mejor y por qué?
En los trabajos que he realizado ha prevalecido la comedia, género que disfruto mucho porque me permite improvisar y expresarme “en grande”. Sin embargo, creo que mi discurso como actriz va más por el lado de la tragedia porque me toca más íntimamente en las emociones y me supone un reto mayor. Me gustaría desenvolverme más en este género.
- ¿Cuál consideras que es la importancia de la improvisación para una actriz o para un artista escénico en general?
Es imprescindible. Es un arte que enseña al artista a resolver, a pensar rápido, a unificar su relación con sus compañeros en escena y con el espectador, a desarrollar la intuición, entre otras habilidades. La improvisación le da al artista libertad y la posibilidad de ampliar su creatividad hasta niveles inimaginables, sin importar en cuál género esté trabajando. Además, permite romper las reglas cuando es necesario, sin olvidar que hay que servirse de ella en la medida justa, sin abusar.
- ¿Cómo es tu relación corporal, vital y existencial con la danza?
Encuentro en ella la poética para crear cualquier personaje y, aún más importante, la posibilidad de conocerme a mí misma, de reiterarme en el mundo como ser humano creador.
- ¿Qué lugar tiene la lectura en tu vida? ¿Te encuentras leyendo algo en estos momentos? ¿Qué sueles leer?
Tiene un lugar esencial. Desde niña me encantaba leer porque mi papá tenía la casa llena de libros y él estaba siempre leyendo. En la lectura he encontrado una gran fascinación porque me gusta sentir, me gusta imaginarme que estoy dentro de las historias, que soy los personajes. Actualmente estoy leyendo Mujeres que corren con los lobos. Me gusta leer narrativa clásica, teatro, técnica actoral y temas de superación personal.
- ¿A qué grandes actrices y actores mexicanos y de otros países admiras y por qué?
A Sophia Loren y Monica Belucci porque su belleza y talento me inspiran a buscar ser una actriz que pueda alguna vez combinar estas virtudes; a Luisa Huertas por su presencia, su inteligencia en escena y su voz; admiro a Damián Alcázar por la variedad de personajes que es capaz de interpretar y a Anthony Hopkins porque es un genio, sin olvidar a Meryl Streep porque yo quisiera ser tan camaleónica como ella. - ¿Cómo fue tu experiencia durante los cursos de dramaturgia que llevaste con Edgar Reza?
Recuerdo una atmósfera de misterio y emoción en esos cursos, pues nunca sabía cómo iban a comenzar y cómo iban a terminar. Era emocionante para mí la manera como Edgar iba desmenuzando el discurso, los ejemplos y las imágenes que dibujaba con sus palabras. Recuerdo a la mayoría de mis compañeros un poco frustrados porque no lograban entenderle, pues Edgar jugaba con las figuras retóricas y frases en latín. Era más teoría que práctica y a mí me recordaba mis clases en la carrera de Letras Españolas.
- De los personajes que has interpretado, ¿cuáles te han sido los más entrañables y por qué?
Sin dudarlo, el de Lupi Corundi, la mucama de un barco en la obra La Principessa del Mare, porque es un personaje que creé a partir de la improvisación y que me divertí mucho creándolo e interpretándolo. Otro es el que interpreté en Tres mujeres altas de Edward Albee, el personaje de la mujer a la edad de 40-45 años. Primero porque me retó en cuanto a la edad y porque es un personaje con una gran carga emocional y una visión más madura (cuando lo interpreté yo tenía 23 años).
- ¿A qué gran personaje de la literatura o de la historia te gustaría representar alguna vez?
Si fuera hombre, me gustaría interpretar a Raskólnikov (de Crimen y Castigo) y como mujer a Mata Hari.
- ¿Cuál es tu visión del teatro que se está haciendo en los últimos años en nuestro contexto?
En la parte técnica, me da la impresión de que cada vez más se utilizan en escena tecnologías audiovisuales como el video mapping, lo que tiene por ventaja facilitar la mano de obra de una escenografía física y la de sorprender al espectador con efectos visuales. Sin embargo, pienso que el trabajo del actor frente a una escenografía virtual le aparta del discurso teatral para acercarlo más al cinematográfico, pero en “en vivo”, entonces sería como crear un tercer discurso. Además, la tarea de un buen actor es la de hacerle al espectador imaginar y ver a través de lo que él crea con su voz, con su cuerpo y emociones con pocos recursos escenográficos. En cuanto a la parte del contenido, el teatro está hablando de temas como la inclusión, el feminismo, la diversidad sexual, el cuidado ambiental… temas que son muy importantes para nuestra sociedad. Y en cuanto a la parte social, aunque el teatro siempre ha estado en crisis, creo que estamos viviendo un momento decisivo en la historia porque la mayoría de las personas se sienten cómodas ante una pantalla, entonces ya no es tan atractivo ir al teatro.
- ¿Cuál es tu rango de voz y cómo ha incidido educarla para tu trabajo frente a escena?
Según mi maestra de canto, soy soprano ligera y de voz pequeña, pero sigo en el proceso de descubrirla, pues la considero una herramienta de auto conocimiento. Además, esta habilidad siempre es un plus para cualquier proyecto en escena porque le permite a la actriz más libertad para crear y expresarse.
- ¿Cómo ha sido tu experiencia trabajando en el ámbito de la ópera?
He estado trabajando desde 2013 en la compañía Ópera Guanajuato, proyecto creado y dirigido por la maestra Kate Burt, quien vino a esta ciudad para jubilarse. Mis funciones dentro de la compañía son muy variadas: como asistente de puesta en escena, como coach de Commedia dell’Arte para cantantes (en óperas que están basadas en esta tradición), como actriz en algunas óperas e incluso como asistente administrativo. En este proyecto encontré la oportunidad de compartir mi experiencia y entrenamiento en commedia dell’arte, que es todo un sistema de actuación que aprendí en la Escuela del Actor Cómico en la ciudad de Reggio Emilia, Italia. Este sistema es todo un complejo de construcción de personajes desde la máscara fabricada en cuero, hasta la máscara física (el cuerpo del actor/personaje), la improvisación y el multilingüismo. El trabajo que hago con cantantes es el de apoyarlos en la construcción física de sus personajes, la correlación con las escenas y el análisis de texto, ya que la mayoría de ellos solamente se enfocan en la interpretación y técnica del canto. Se busca crear personajes genuinos que cuenten la historia no sólo con la música, también con su interpretación física.
- ¿Cómo incidió o afectó en tu vida artística la pasada pandemia?
Para mí fue un periodo positivo. Fue el periodo en el que me fui a estudiar a Bielorrusia del 2020 al 2021. Como en ese país no había medidas anti-covid (no tan severas como en otros países), las clases transcurrieron de manera normal. Llevaba clases de ballet, de canto, piano, actuación, acrobacia, entre otras, así que tuve tiempo de entrenarme como actriz, de mejorar mis técnicas y sentir que avanzaba creativamente.
- ¿En qué gran recinto cultural o teatral sueñas aún con actuar en él y por qué?
En el Teatro de la Fenice en Venecia porque tiene una gran importancia artística e histórica, además de que estoy apasionada por Italia.
- ¿Qué recuerdos memorables guardas de tu residencia en Francia?
El haberme presentado en un teatro del siglo XVIII, el haber participado de extra en una película, los atardeceres vistos desde el Río Sena, los picnics con los amigos franceses y mi viaje al pueblo de Dinan, una ciudad medieval muy bonita.
- ¿Qué recomendarías a una jovencita que decidiera incursionar en el terreno de las artes escénicas?
Que confíe en su voz interior; que sea fiel a su pasión llevando a la disciplina de la mano y que lea mucho, vaya a ver exposiciones, al teatro, al cine y que observe a la gente, a los animales, la naturaleza… Que sea valiente, que se inscriba a un taller o a un curso para comenzar y que confíe en el proceso. Que no espere a que llegue el momento correcto, pues ese momento es ahora.
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