Durante el desarrollo de la Unidad de Aprendizaje de Literatura, a cargo del poeta José Antonio Banda, en la Escuela de Nivel Medio Superior de Irapuato, que pertenece a la Universidad de Guanajuato, se abordó, en el último módulo, la realización de una entrevista a una escritora, de preferencia guanajuatense o avecindada en Guanajuato, a partir de los temas que abordados a lo largo del semestre. A las escritoras se las contactó vía redes sociales y, a través de estas, también se llevaron a cabo las entrevistas. Las preguntas se diseñaron procurando saber la opinión de las escritoras sobre la literatura en general, la literatura mexicana y la literatura femenina y feminista. Los equipos se conformaron por dos integrantes.
En esta ocasión les presentamos la entrevista que se llevó a cabo a Paulina Mendoza. Ella habla de su trayectoria escritural de la siguiente manera: “En 2016 fui editora del libro Voces del primer vagón, una antología de escritura hecha por mujeres que en principio se publicó en las estaciones de las “orugas” en la ciudad de León y después se convirtió en un libro. De igual forma fui editora del libro de cuentos Espacios intransitados. Después publiqué mi primer libro de poesía “País de viejas profecías”; y colaboré con el guion de la película de Amat Escalante Perdidos en la noche, junto con su hermano Martín, lo que me ha motivado a querer escribir más cine. Mi segundo libro de poemas salió recientemente, se llama Discurso desde la cama Estoy revisando junto a la escritora Maricela Guerrero un libro (que espero pueda salir a la luz) que hice con el apoyo del PECDA de Guanajuato, sobre la restauración y cuidado del río Paxtle pues soy integrante de “Proyecto Pastita”. De igual forma estoy escribiendo un libro de ensayos, algunos adelantos se pueden leer aquí: https://medium.com/@apaulinamendozah Actualmente estoy estudiando el Doctorado en Historia del Arte en la UNAM, en el que también continúo con mi escritura a través de una tesis académica, y estoy por empezar a escribir una obra de teatro junto con una amiga, pues la escritura colectiva me emociona mucho también.”
Entrevistadores: Ana Camila Martínez, Israel Ruiz Soto, Luz de Citlalli Martínez, Karol Mireles Páramo
¿Desde cuándo escribes y como fueron tus inicios?
Fue en la secundaria; en la clase de Español empecé a escribir cuentos y poemas que nos dejaban de tarea y era algo que realmente disfrutaba. Pero fue por ahí de los 14 o los 15 años que me tomé un poco más “en serio” la labor de la escritura y me metí al taller de “Creación literaria” en la Casa de la Cultura. Dicho taller lo dirigía Juan Gil, un escritor que llegó a León, exiliado de la guerra civil española. Con él aprendí a perderle el miedo a que alguien más escuchara lo que había escrito porque cada sábado llevaba mi texto hecho a mano al que sacaba fotocopias para lxs compañeros y luego lo leía en voz alta. Recuerdo que reíamos mucho porque siempre había personajes un poco exóticos y situaciones absurdas en los relatos que llevaba. Me di cuenta de que escribir no era únicamente un acto solemne como yo pensaba, me di cuenta de que podía ser divertido, que podíamos pasarla bien.
De ahí en adelante no he dejado de escribir y leer. He intentado leer mucho. Estudié la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad de Guanajuato. Creo que esa época me sirvió para tener un panorama de obras literarias sobre todo de Latinoamérica y saber qué leer, a qué acercarme; fue una gran herramienta para hacer mapas de lecturas y para disfrutar realmente las bibliotecas. La pasé muy bien en el ex-convento de Valenciana, lugar frío y misterioso en el que se encontraba la entonces Facultad de Filosofía, Letras e Historia.
Lo primero que publiqué fueron unos cuentos y reseñas en la revista Balbuceo que en ese entonces editaban dos amigos cercanos. Era emocionante ver un texto publicado en papel, pero siempre tenía cierto temor de no tener la certeza de que lo que estaba escribiendo iba a gustar o no, se iba a entender o no, etc. Aun así, la labor de la escritura siempre ha estado en mí como un motor que me ayuda a habitar, observar y caminar el mundo.
¿Cómo sientes escribir siendo mujer?
Cuando yo empecé a escribir, el modelo o el personaje de identificación que tenía pues justo era el del “señor escritor”. En la licenciatura pocas veces leímos mujeres, aunque había algunas profesoras que se esforzaban por abrirnos el panorama. Cuando iba a las presentaciones de libros, por ejemplo, siempre había señores hablando en la mesa, opinando, expresando sus conocimientos en voz alta, haciendo “retas” para ver quién sabía más que el otro. En ese tiempo, pienso que las mujeres jóvenes que aspirábamos a escribir, de alguna manera esperábamos –en los talleres, clases o encuentros literarios– la aprobación de esos señores y, por lo tanto, querer ser escritora se vislumbraba como un camino no tan sencillo pues nuestra voz pocas veces era escuchada. Quizá ese fue uno de los primeros obstáculos a los que me enfrenté cuando comencé a escribir: tener menos referentes de escritoras que de escritores y que en la vida de estudiante y de lectora la voz de los profesores, directores, gestores, siempre tuviera un primer lugar, parecía que para ser escritora tendría que comportarme como un escritor, es decir, poder competir en las “retas” de conocimientos y decir lo que había leído/escrito en voz alta, que se escuchara lo erudita y lo sabia que era; eso me resultaba complicado, me resultaba muy problemático. Mientras escribo esto pienso en lo complejo que es decir que la voz de las mujeres tenía poca presencia pues existen muchas escritoras que han ayudado a construir una historia de la literatura, pero es verdad que estuvieron opacadas por mucho tiempo. Tampoco quiero generalizar, creo que hablar de la escritura en términos de género es muy complejo o se necesita más tiempo y espacio en esta hoja para las dudas y las afirmaciones que van surgiendo. Y eso no quiere decir que no me guste lo que escriben los hombres o que no tenga escritores a quienes admire o con quienes disfrute colaborar. De cualquier forma, hablo de mis impresiones, de cómo he revisado esas dinámicas a lo largo del tiempo, desde que tenía 15 años cuando comencé a asistir a talleres literarios hasta ahora que tengo 34 años y acaba de publicarse mi segundo libro.
Actualmente existe una comunidad de escritoras que han querido plantear otra forma de hacer literatura, se ha sustituido la competencia por el acompañamiento, las “retas” de conocimiento por el compartir lecturas y creo que eso ha sido muy valioso para mí en mi proceso de escritura porque ahora me importa más qué piensan mis colegas que buscar una validación “patriarcal” de mi trabajo.
Creo que he aprendido o he tenido la fortuna de encontrar espacios para ejercitar mi escritura y también ganarme la vida. Cuando terminé la licenciatura además de dar clases, trabajé en un periódico en el que redactaba diario sobre eventos culturales y después por varios años trabajé, de igual forma, redactando boletines; siempre me ponía el desafío de escribir en mi trabajo no solo como un acto mecánico de descripción; quería escribir periodismo con toda la belleza y la complejidad que eso conlleva. Pienso que ejercitar la escritura a diario en los que fueron mis trabajos hasta hace poco, me ayudó a seguir con mi labor en la escritura creativa.
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