Esta es la segunda de una serie de varias entrevistas que alumnos de la Escuela de Nivel Medio Superior de Irapuato, que pertenece a la Universidad de Guanajuato, hicieron para la Unidad de Aprendizaje de Literatura, a cargo del poeta José Antonio Band. En el último módulo de esta clase “se abordó la realización de una entrevista a una escritora, de preferencia guanajuatense o avecindada en Guanajuato, a partir de los temas que abordados a lo largo del semestre. A las escritoras se las contactó vía redes sociales y, a través de estas también se llevaron a cabo las entrevistas. Las preguntas se diseñaron procurando saber la opinión de las escritoras sobre la literatura en general, la literatura mexicana y la literatura femenina y feminista. Los equipos se conformaron por dos integrantes.
En esta ocasión presentamos una entrevista a María Edith Velázquez, es doctora en Filosofía por la Universidad de Guanajuato. Textos suyos aparece en varias antologías, entre las que destaca Lletraferits, Nuevas voces de narrativa latinoamericana (La Rana, 2018). Ha sido becaria del FONCA e integrante de la sexta y séptima generación del Seminario para las Letras Guanajuatenses. Ediciones La Rana le publicó recientemente el libro de cuentos Leo a Leonora, cuya reseña y entrevista relativa con la autora sobre él en nuestro periódico podrán consultar en: https://guanajuato.extraextra.mx/2023/02/14/leo-a-leonora-de-maria-velazquez-novedad-de-ediciones-la-rana/
La entrevista fue realizada por las alumnas Alondra Terrazas Bernal y Celeste Arredondo.
¿En algún momento de tu vida has escrito un diario y lo recomiendas?
Yo he tenido varios diarios: diarios de actividades y diarios de sueños. Creo que es una práctica muy adecuada no sólo para cultivar el hábito de la escritura, sino también para ejercitar la claridad mental. En el ámbito psicológico, por ejemplo, un diario puede ayudar a expresar emociones y sentimientos. Escribir siempre implica un nivel de análisis de las cosas, de ordenamiento de los sucesos y, aunque sea incipientemente, de identificación de las causas. Por ello, me parece una excelente práctica tanto a nivel técnico, para desarrollar la escritura, como a nivel terapéutico, para esclarecer las emociones. Incluso podría decir que también presenta beneficios a nivel espiritual, pues el entrenamiento en la búsqueda de las causas, en la aclaración de la mente y en el desarrollo de habilidades de expresión, pueden representar herramientas valiosísimas al comenzar la indagación de la interioridad del individuo. En ese proceso del encuentro con uno mismo, un diario probablemente sea una de las mejores herramientas.
¿Primero planeas toda la historia antes de escribirla o sólo vas escribiendo sobre el camino?
La manera en que he abordado la necesidad de la escritura ha cambiado a lo largo de mi vida. Mi inscripción en talleres y el formar parte de grupos de estudio (muchos de ellos vehiculados no sólo por el gusto por las letras sino por una real amistad), me ha brindado herramientas principalmente de corrección que muestran que a veces es posible, y hasta deseable, planear la ejecución de un texto desde el principio. El caso es que mi experiencia se aleja muchas veces de esta noble recomendación. A mí, las primeras líneas o la idea general de una pieza literaria se me imponen sin una conciencia anticipatoria de ello. Además, he constatado que una planeación, si no imposible, casi siempre resulta improcedente: me conduce al fracaso. Esto no implica que no me sea posible la administración de tiempos, la definición de metas o la consciencia de ciertos efectos que quiero lograr y que, digamos, prefiguran o determinan ya en mi mente la apariencia que debe tener la historia que quiero contar. Aunque más frecuentemente me sucede esto otro: que cuando me pongo a escribir un cuento, los personajes se me imponen, de manera que más bien tengo que ser consecuente con sus necesidades, con sus historias, con sus deseos y con su personalidad. Es decir, hay un punto en el que la historia me marca su propio camino de desarrollo. Por eso siento que, más que “escribir sobre el camino”, el autor debe poner atención, debe conocer a sus personajes y sus situaciones para darles un seguimiento que, de cierta manera, está ya con ellos, sin que uno lo planee y, a veces, sin que uno lo prevea. Es decir, me ha pasado aquello de que el desenvolvimiento de un personaje o de la historia me sorprende hasta a mí misma.
¿Tienes alguna otra ocupación profesional aparte de la escritura?
Mi formación es en Filosofía. Desde hace alrededor de 10 años estoy a cargo de un par de seminarios en la Licenciatura en Filosofía de la Universidad de Guanajuato. También me desempeñé por un tiempo en el oficio de corrección, de manera independiente y para una editorial. En general, mis ocupaciones han girado en torno a la docencia y la escritura.
¿Qué opinas sobre la literatura escrita por mujeres?
Opino que es un gran momento para las mujeres para construir y mantener espacios de expresión. No sólo porque existe un clima político e ideológico que está destacando el papel de las mujeres en casi todos los ámbitos de la vida social, cultural y económica, sino porque existe un activo esfuerzo de colectivos de mujeres para visibilizar las voces de sus pares. Esto me parece de suma importancia, y creo que cualquier esfuerzo que podamos poner en alimentar estos movimientos es benéfico, dada la gran deuda histórica que se tiene con las mujeres. Sin embargo, como en cualquier otro género, época y movimiento, hay cosas mejores que otras. Y hay de gustos a gustos. Así como es posible encontrar piezas contemporáneas preciosas, u otras desapercibidas en su momento, también es posible encontrar mala literatura escrita por mujeres o es posible que simplemente no nos guste. Es posible y es válido. Sin embargo, el hecho de que exista esa literatura enfatiza el hecho capital de que hoy día sí se conocen y sí se difunden más tipos de voces. Lo que me parece que puede representar el lado más amable de nuestra época y, también, de la industria literaria.
¿Quiénes son tus autoras mexicanas preferidas?
En mis presentaciones siempre recomiendo el cuentario de Guadalupe Dueñas La noche tiene un árbol, que a mi parecer es una de las piezas de literatura mexicana de mitades del siglo pasado más emocionantes y profundas. Es brutal y feroz, a la vez que refleja una inocencia de la mirada desde la que están contadas las historias. Aunque no todas son mexicanas, en el panorama de la literatura contemporánea me han sorprendido recientemente las siguientes escritoras: Claudina Domingo (México), Samanta Schweblin (Argentina), Liliana Blum (México), Mónica Ojeda (Ecuador) y Rosa Montero (España).
¿Por qué crees que no hay tantas autoras mujeres como hombres en Guanajuato?
Supongo que es un fenómeno cultural y social de nuestra época y región. Personalmente, conozco varias escritoras guanajuatenses que, paso a paso, están tomando un lugar relevante en la escena literaria. Y creo que la peculiaridad de estas mujeres es su tenacidad por continuar sus carreras y por ser fieles a sus esfuerzos. Por mencionar algunas contemporáneas: Juana Adriana Rocha, Ana Paulina Calvillo, Patricia Bermúdez, Paulina Mendoza, Montserrath Campos, Pixiny Ibarra, Sara Muñoz, Amaranta Caballero Prado. Otras grandes del pasado vienen a la mente también, como María Luisa “La China” Mendoza y Margarita Villaseñor.
Creo que en la mentalidad de las mujeres todavía prima una cierta inseguridad al hacer conocer su trabajo o al perseguir este tipo de carreras. Es común percibir mucha modestia y cierto pudor en las mujeres al presentar sus obras. A mí misma me ha pasado sentir que no soy merecedora de los espacios que se me han brindado o de sentir una deuda tremenda con todas las otras mujeres talentosas que, por una razón u otra, no han tomado aún palabra. Afortunadamente, creo que estas cosas están cambiando; y creo que es gracias al esfuerzo de estos colectivos de mujeres por crear el ambiente de seguridad, de respeto y de fomento que se necesitaba en una sociedad que, por mucho tiempo, tuvo una preferencia por la literatura escrita por hombres.
¿Cuáles son tus hábitos o rutinas para escribir?
Desde inicios de la carrera he intentado mantener una máxima sobre la escritura que, además, siempre repito: “escribir siempre, siempre que se pueda, siempre que se tenga una idea, siempre que algo remueva el espíritu, siempre y a todas horas”. No importa que esos retazos de escritura no lleguen a constituir ninguna obra o que se pierdan en la precariedad de las notas desperdigadas, puestas aquí y allá en libretas, en papeles o en notas en el celular. Eso me ha mantenido en contacto permanente con la escritura. Además, creo que la escritura o su hechura no se limita al mero ejercicio de la expresión puntual sobre el papel o la página electrónica, como forma de texto o de manera oral, pues para mi escribir también incluye prácticas como el platicar.
En lo personal, creo que escribir conlleva todos los momentos previos a la escritura: la observación del mundo en el día a día, la incursión al interior de nuestra persona, la ensoñación y, en general, el pensamiento perenne, la percepción y los juicios, que son propios de la forma de estar en el mundo que tenemos los seres humanos. De esta manera, creo que, cuando uno se dedica a la escritura, se dedica todo el tiempo a ella: a buscar datos en el mundo interno y externo que detonen una idea y a calcular las múltiples maneras de expresar esa idea.
¿Qué es lo que más te gusta de la escritura?
Para mí escribir no siempre es agradable. A veces conlleva una lucha interna, una decepción por las limitantes del lenguaje y, más frecuentemente, por mis propias capacidades de expresión. Sin embargo, creo que lo que siempre salva esos tramos de amargura es el hecho de ver plasmada una idea, el poder materializar algo que habitaba sólo como forma del pensamiento y que ahora habita el mundo como algo que se puede compartir. La parte que más me gusta de la escritura es precisamente esa, el momento en el que una pieza comienza a salir al mundo, cuando la compartes con tus amigos, tus seres queridos, cuando la lees en talleres y otros pueden comentarla, corregirla y, de cierta forma, hacerla suya. En el ejercicio de lectura el lector se apropia de la obra.
De las cosas que más me ha gustado descubrir en los años que tengo ejerciendo este oficio es verificar, cada vez con más patencia, que la escritura es colectiva. No sólo por los autores que una ha leído y que siempre la acompañan, sino porque en la escritura se reflejan todos nuestros vínculos (uno siempre escribe desde lo que sabe, desde lo que ha experimentado, visto, olido, escuchado, probado, sentido; por lo tanto, siempre se refleja, en un grado u otro, nuestra propia perspectiva de la vida y nuestra propia historia).
Además, en el efectivo producir un libro son muchas las manos y los procesos involucrados que hacen de la obra un verdadero objeto colectivo. Los editores, los diseñadores, los correctores, los talleristas, etc., inciden en su forma final.
¿Qué tips puedes dar a escritores que van empezando para encontrar su estilo personal de escritura?
Sobre tips de escritura, ya he dado el más importante para mí: escribir siempre. También es necesario recordar el consejo al que la mayoría de los escritores se atiene: leer. La lectura es un acceso directo a la escritura. En los grandes maestros se encontrarán motivos, herramientas, secretos de la escritura que ningún manual puede proveer. Por medio de la lectura también se conocen los temas y las formas que ya se han ensayado, y que un escritor novel debería conocer, al menos en una cantidad respetable, sobre todo para comenzar a tomar conciencia del espacio que puede y quiere tomar en la patria de la literatura que es muy vasta.
Finalmente, hay autores que se han interesado activamente por formar escritores en nuestra época. Entre ellos, destaco la labor del escritor mexicano Alberto Chimal con sus ejercicios de escritura, y de la guanajuatense Julia Cuellar con sus tips de escritura. Estos ejercicios y consejos pueden buscarse en los siguientes lugares:
Alberto Chimal:
Julia Cuellar:
¿Qué crees que sería necesario para hacer que haya más gente que lea en México?
La lectura y la escritura son hábitos. Por lo tanto, todos los programas de fomento a la lectura me parecen fundamentales para generar esos hábitos en las nuevas generaciones. En el mismo rubro entran los talleres de creación literaria y la inclusión de ejercicios de lectoescritura en la educación básica y media (que es la etapa en la que puede imprimirse con mayor fuerza y con menor resistencia un hábito). En este último sentido, creo que es fundamental que la lectura y la escritura en las aulas no se imponga como algo demasiado serio o como algo que tiene que hacerse a la fuerza. Creo que, en primer lugar, debería de fomentarse de manera lúdica, enfatizando la cualidad creativa de estos ejercicios. Pues el ejercicio de la creatividad siempre genera en el individuo una satisfacción. Borges afirmaba que lectura debía ser una especie de la felicidad. Creo que, aunque la lectura de textos aburridos y difíciles también es fundamental, el ejercicio cotidiano de estas actividades debería tender más bien hacia el placer y la recreación; cuando no, a la cura y a la reflexión, pues las emociones humanas, aunque las más deseables son las ya mencionadas, abarcan un rango amplísimo, y todas ellas forman parte de la experiencia humana.