Tenemos una entrevista con José Antonio Banda (Coatzacoalcos, 1982). Él es maestro en Literatura Hispanoamericana por la Universidad de Guanajuato. Premio Nacional de Poesía ‘Bartolomé Delgado de León’, en el 2014 y Premio ‘Ramón Figuerola’, en el 2016. Becario del PECDA en el 2013, en la categoría Jóvenes Creadores. Autor de Cuaderno en ruinas (Plataforma, 2011), Teoría de la desolación (Azafrán y Cinabrio, 2012), El Pozo abierto (Cartonera La Cecilia, 2014; Quemar las naves, 2016) y Río interior (Ediciones Atrasalante / ISC, 2016). Aparece en El fragor de otras voces. Diez poetas jóvenes guanajuatenses (UNAM, 2018), número especial de la revista Punto de Partida; y en Las avenidas del cielo. Muestrario poético de Aguascalientes y Guanajuato (UAA/UG, 2018). Asimismo, aparece con un trabajo crítico en el libro Erradumbre, como ganador en el Certamen de Ensayo ‘Luis Alberto Arellano’, convocado por Mantis Editores, con motivo del XXV aniversario de la editorial jalisciense.
1.- ¿Cómo es tu relación con la poesía?
Es siempre una relación dialógica, a veces tensa, a veces cordial. Mi relación con la poesía es similar a la que tengo con el lenguaje. Cuando pretendo escribir algo, pensar algo, no siempre hallo los instrumentos adecuados para nombrarlo, aunque a veces hay fortuna.
2.- ¿Desde qué edad escribes y cómo fueron tus inicios en la escritura poética?
No recuerdo desde cuál fue la edad desde la que escribo; quizá eso no es lo importante, la edad, porque en todo caso, lo pienso ahora, eso es fortuito, uno puede comenzar a escribir desde muy niño o muy adulto, pero de forma indudable nuestro encuentro con la escritura poética es similar a la de tantos otros: una especie de hechizo, una fascinación irrenunciable con las palabras.
3.- A la distancia, ¿cómo miras tu primer libro de poemas: Cuaderno en ruinas?
Ese primer libro en realidad es sólo un tanteo, y digo primer libro cuando en realidad debería decir primeros poemas, porque un libro de poesía es un objeto orgánico, no una mera reunión de poemas, un mero conjunto reunido sólo por la obligación de juntar cierto número de páginas. En ese primer intento pensé más en cada poema que en todo un conjunto. Esto que te digo es muy viejo y hasta da un poco de pena decirlo en voz alta.
4.- ¿Cuáles son los poetas mexicanos contemporáneos que más admiras y por qué?
No sé si la palabra admiración cabe aquí. Porque ahora no sé si pueda decir que admiro o no a ciertos autores o autoras. En realidad, creo que ahora mismo no admiro a nadie. Esto no quiere decir que no me resulten interesantes ciertos poetas y poéticas. Esto tampoco quiere decir que no pueda deslumbrarme ante una palabra, una frase, o una construcción poética. Lo que pasa es que, con la acumulación de lecturas, con la adquisición de cierta malicia lectora, ya no te podría decir ahora mismo, te lo digo, que admire a alguien.
5.- ¿Qué te da la poesía que otras cosas de la vida no te ofrece?
La poesía, como la literatura en general, me otorga una visión de la vida. Hay algo ahí, concentrado, depurado, si el hallazgo poético es feliz, que no puedo encontrar en otros medios, y con esto último quiero decir, no en el cine, no en las artes plásticas, no en las representaciones escénicas, no en la técnica o en las ciencias. Hay algo en la escritura que me arropa, que me abrasa con fuerza, que dice que estoy vivo y que mi sangre late al ritmo de la época.
6.- ¿Cómo son tus hábitos de lectura?
Mis hábitos ahora son casi de oficinista. Procuro leer por las tardes y dormir temprano. Leo un poco, descanso, salgo a correr, vuelvo a leer. Tengo horarios muy fijos. También, y eso es gracioso, leo en una oficina. Antes leía donde fuera, en una jardinera, en mi cuarto, en la plaza, en una cafetería, en un salón de clases, en la biblioteca. Yo creo que la adquisición de obligaciones laborales y la pandemia cambiaron mis costumbres y, claro, mi forma de leer.
7.- ¿Tienes rituales, lugares o momentos favoritos a la hora de escribir poesía?
Ya lo he mencionado, ahora mismo sólo leo en una oficina y eso es todo. No tengo rituales o momentos favoritos. Leo por las tardes porque sólo a esa hora puedo y, es más, tanto se han cerrado los tiempos que me veo obligado a rechazar reuniones con amigos o con familiares, salidas: esas cosas.
8.- ¿Cuáles son en tu opinión los enemigos de la poesía?
La falta de asombro, la costumbre, la falta de lecturas, la pedantería, la falta de conciencia con el lenguaje, quizá el candor.
9.- ¿Aún te consideras un poeta joven?
No sé dónde lo leí, pero la juventud es una forma de pensarse así mismo, no un accidente temporal, más una actitud que una condición física, más una forma de mirar al mundo. Como diría un amigo, hay poetas de amplia trayectoria que se sienten más frescos que la poesía hecha por supuestos jóvenes.
11.- ¿Qué es lo que más amas de tu libro Teoría de la desolación?
Ciertos poemas, cierto tono que no te puedo precisar, quizá cierta ingenuidad: sólo eso.
12.- ¿Cuál es el significado personal que tiene para ti el éxito de tu libro Río interior?
Es un libro que quiero mucho y, al mismo tiempo, es un libro problemático, porque cierta tendencia, intimista, tradicional, perspectivista, alcanza su plenitud en mi escritura ahí, en demérito de otra tendencia más rupturista, más inestable, menos íntima y más abierta, que está contenida en algunos poemas de Teoría de la desolación. Pero el éxito es relativo, ahora mismo, pienso, casi no se habla de Río interior, casi no se conoce y los que lo conocen no lo aprecian. No sería raro encontrarme un ejemplar de Río interior en una librería de viejo.
14.- ¿Además de escribir poesía, qué otros géneros literarios practicas o en cuales te gustaría incursionar?
Escribo cuento, ensayo, escritura autobiográfica; escribo en otros géneros lo que la poesía, lo que mi forma de entender la poesía no puede nombrar y, al mismo tiempo, escribo poesía porque otros géneros no pueden decir con la precisión de la poesía lo que quiero decir.
15.- ¿Cómo visualizas la escena literaria de Irapuato, donde vives?
La escena de Irapuato vivió su efervescencia. A veces puedes ver a muchas personas escribiendo, publicando, hablando de libros. En otras ocasiones eso se apaga. Como todas las ciudades de provincia, como todas las ciudades que no son capital política o económica, la escena es errática. Lo mejor es que tenemos librerías y amigos con lo que platicar de cosas, no sólo de literatura. Además, creo, el trabajo literario es siempre asunto de solitario, el lenguaje siempre se transforma en soledad, no en comunidad. Aunque, quizás, ahora mismo, como antes, se confunde la acción política, el grito en la plaza, la escritura como ideología, como la literatura.
16.- ¿Cómo ha modificado o incidido la pandemia en tu escritura creativa?
Como a todos, quizá, me ha dado tiempo para leer. Me ha hecho concentrarme en mí mismo, en mi mundo, en mi tiempo.
17.- ¿Si pudieras tomar un café en una mesa con tres poetas históricos, a quiénes escogerías y por qué?
No sé si pueda contestarte esta pregunta.
18.- Cuéntanos de tu participación en Argonauta y los proyectos alrededor de ella.
En Argonauta participé como Director Editorial, el cargo conllevaba una responsabilidad que no había conocido nunca; eso, claro, cambió mi forma de leer y entender otras escrituras, no desde mi visión particular, que se amplió. Junto a Jaime Panqueva, leía los textos que nos llegaban a la redacción, seleccionaba los textos y hacía parte de la curaduría de cada número, con la corrección de estos. Discutíamos número a número la diagramación de la revista. También participo, en ocasiones, en el programa radial La nave de Argos. Gestiono, ocasionalmente, las invitaciones de los participantes del programa y formo parte del equipo que realiza las entrevistas al aire.