Tenemos una entrevista con Marco Ornelas, poeta y ensayista mexicano, radicado en la ciudad de León. De acuerdo a la Enciclopedia de la Literatura en México, él “Ha sido becario Jóvenes creadores 2001 del Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato, en el área de literatura. Fue coeditor de la revista estatal de literatura y arte Cosido a mano (2014-2016). Fue seleccionado para el Seminario de poesía Efraín Huerta del Fondo para las Letras de Guanajuato 2016. Asistió al taller de poesía “Aprendiz de Brujo” con el poeta Sergio Mondragón en 2010. Obtuvo el primer lugar en el Torneo de Poesía Guanajuato 2014 (Adversario en el cuadrilátero). En 2017, ganó el Premio de Literatura de León en el área de Poesía Libre. Autor de un libro de ensayo y tres poemarios. Obra suya forma parte de tres antologías. Ha colaborado para las revistas Replicante, Periódico de poesía, Círculo de Poesía y Punto de Partida en línea. Mantiene su sitio web elmitodeproteo.” Dejemos que sea él mismo quien nos introduzca a su historia y pensamiento como escritor y su trabajo creativo.
¿Cuándo empezaste a escribir y cómo fueron tus inicios?
Empecé desde los dieciséis años. Sí, fue exactamente en ese tiempo cuando me involucré con los libros y la escritura. En la Escuela Preparatoria Oficial de León, por la influencia del maestro, poeta y abogado, Juan Manuel Nieto Antúnez (quien fuera director de la EPL, y, ahora, la biblioteca de la prepa lleva su nombre).
¿Qué significado personal tiene para ti la poesía?
La poesía es el camino para alcanzar la singularidad. Creo que toda ideología es lenguaje, luego: conociendo —el funcionamiento de la maquinaria de— el lenguaje puedes “escapar” de la ideología. Escapar de la inautenticidad. Fugarte. Para mí, poesía y filosofía son sinónimos. Ante la equivocación de Platón de dividir la filosofía y la poesía, María Zambrano vendrá a decirnos: “No se encuentra el hombre entero en la filosofía; no se encuentra la totalidad de lo humano en la poesía (Filosofía y poesía, FCE. Segunda reimpresión 2001)”. Creo al igual que la filósofa española, que la reconciliación se da en ambas. Wittgenstein fue uno de los filósofos en vislumbrarlo: “De lo que no se puede hablar hay que callar”. Un verso extraordinario. ¿Cómo negar que es casi un alejandrino perfecto, que compite con los grandes versos de Quevedo, tanto en belleza lingüística, como en profundidad filosófica? Me gusta ver a la poesía y a la filosofía como oficios para ejercer la autenticidad. El creador en la obra artística patenta su individualidad. La poesía es un ejercicio del pensamiento. Parafraseando a Ortega y Gasset, considero que la poesía es intimidad con nosotros mismos.
Escribo poesía porque leo poesía. Me apasionan las vidas de los grandes poetas. Que mejor historia para una novela, que la vida de Poe o Rimbaud.
Creo en el poder de la poesía, aunque no sé en qué consiste eso. Con los años, me he alejado de las pretensiones. Al final lo que va quedando es la felicidad de leer poesía, como escuchar jazz.
Escribo poesía, porque al igual que un tipo de rock en extinción, considero que la poesía es un camino para ir contra la perversidad del establishment. Escribo poesía, porque la mejor forma de destruir “el ego” es el fracaso. Escribió Derrida: “No hay poema que no se abra como una herida”. Decía Auden, “…la poesía es el lenguaje más personal, el más íntimo de los diálogos con el otro”.
Leo poesía y la escribo, porque me emociona. ¿Cómo olvidar aquellos versos de Dámaso Alonso que leí por primera vez hace años, y hoy siguen gravitando en mi memoria:
“A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma.”
¿Cómo es tu relación con la filosofía?
Filosofía y poesía son sinónimos. La poesía es un ejercicio del pensamiento. “El poema piensa”, escribe Montalbetti en su libro, El pensamiento del poema, citando a Badiou. Debo confesar que leo más filosofía que poesía. Los grandes filósofos han sido y son poetas. Basta con mirar atrás, en el comienzo, y encontrarse con el poema De la naturaleza de Parménides. De hecho, desde que comencé a escribir poesía, empecé, también, a escribir crítica literaria y reseñas de libros de filosofía.
¿Cómo fue tu experiencia como coeditor de la revista Cosido a mano?
Muy grata. Dirigir y editar Cosido a mano fue una felicidad. Cosido a mano intentó ser un espacio utópico literario, una especie de “interzona” para decirlo en palabras de Burroughs, donde la libertad fue lo principal. Fue por eso que se invitó a cercanos y ajenos a que participarán. Un lugar de encuentro entre los escritores y artistas desde el Bajío.
De entre tus libros publicados, ¿cuál te resulta más entrañable y por qué?
El insomne es un animal que blasfema (2017), el Premio de Literatura de León. Porque es la ciudad donde vivo.
¿Cómo ha sido tu experiencia en el Seminario para las Letras Guanajuatenses?
He sido seleccionado para el “Seminario de poesía Efraín Huerta del Fondo para las letras de Guanajuato”, dos veces, la primera en 2016, con el tutor José María Espinasa, donde concluí mi libro, Aquí no es Neverland, que editó el maestro, Espinasa, en conjunto con la editorial “La rana (Gobierno de Estado de Guanajuato, en 2017”; y la segunda vez, en 2021, con la poeta Rocío Cerón, como tutora, donde también terminé un libro, que ojalá se publiqué pronto.
¿Cómo visualizas el panorama de la poesía en León?
Creo que literatura leonesa nace con los grupos, “La trapa” y el “Oasis”. De “La Trapa”, puedo mencionar al poeta, Vicente González del Castillo, y del grupo “Oasis”, a dos poetas populares: Abraham Domínguez y Zaidat Ruth Nasser. Paralelamente a ellos existe un poeta que es el más famoso de la ciudad, Efrén Hernández. Posteriormente a ellos viene la generación de los poetas nacidos entre 1940 y 1960, entre los que puedo mencionar: Graciela Guzmán, Francisco Azuela, Juan Manuel Ramírez Palomares, Demetrio Vázquez Apolinar, Leopoldo Navarro. Después de esta generación viene la dispersión de los poetas contemporáneos. a partir de los setenta en adelante, tanto en las artes como en la literatura son pocos los que trabajan comunitariamente. El individualismo se ha hecho patente. Ahora con la revolución electro-tecnológica, muchos escritores leen en formatos digitales como el e-book, y casi todos en su mayoría escriben en su laptop o computadora. Algunos con la posibilidad que dan estos avances, imprimen su obra desde su casa y ha pedido; ya no es como otrora que algunos escritores leoneses publicaban sus libros con la imprenta Minerva-Mipliformas, o bien, con el señor Muñoz,de la librería-editorial Legaria.
En éste recién iniciado siglo XXI, es mucho más fácil publicar un libro. Ahora sin necesidad de hacer algún gasto pecuniario ―directamente―, se puede hacer virtualmente en lo que se conoce como libro-blog. Existen, además, infinidad de concursos para publicar, y el mismo municipio a partir de 2007, cuenta con los Apoyos a la producción y Desarrollo Artístico (área de literatura).Por otro lado, los Premios de Literatura León, que a los ganadores se les publica también en una plaquette.
Por último y para no dejar a nadie fuera, puedo mencionar las principales antologías ―y que han salido en su mayoría de la Universidad Iberoamerica, que ha sido sin duda alguna, una gran difusora de la literatura tanto guanajuatense como leonesa―, periódicos o revistas que han publicado a escritores leoneses o avecindados en la ciudad, en los últimos quince años: Ocho voces de Guanajuato, La tentación de Orfeo, Revista Ochocientos, Revista Tirjofijo y El Canto del Ahuehuete. Por último, pero no menos importante, recordemos que la editorial La Rana, la editorial del gobierno del Estado de Guanajuato, ha publicado a una gran cantidad de leoneses que se encuentran por ahí dispersos, tal cual como cabos sueltos.
¿A qué poetas mexicanos actuales admiras?
No son tan actúales, pero sus libros me impresionaron y los sigo releyendo: José Gorostiza (Muerte sin fin), Salvador Gallardo (El pentagrama eléctrico), Octavio Paz (Blanco y Piedra de sol), Eduardo Lizalde (El Tigre en la casa), José Emilio Pacheco (El reposo del fuego y No me preguntes cómo pasa el tiempo), Gabriel Zaid (Reloj de sol), Gerardo Deniz (Ton y son), Margarita Paz Paredes (Memorias de hospital), José Vicente Anaya (Híkuri), Ricardo Castillo (El pobrecito señor X) y David Huerta (Incurable).
¿Cuáles son los poetas que más te han influido?
Parménides (De la naturaleza), Sor Juana Inés (Primero Sueño), William Blake (El matrimonio del cielo y el infierno), Rilke (Elegías del Duino y El libro de las Horas), Paul Verlaine (Los poetas malditos), Walt Whitman (Canto a mí mismo), Vicente Huidobreo (Altazor), Fernando Pessoa (Odas de Ricardo Reis y Tabaquería de Álvaro de Campos), T.S. Eliot (Tierra Baldía y Los cuatro cuartetos), Damaso Alonso (Hijos de la ira), Federico García Lorca (Poeta en Nueva York), Allen Ginsberg (Aullido), Eduardo Lizalde (El tigre en la casa), Raúl Zurita (Purgatorio), Chantal Maillard (Matar a Platón), Leónidas Lamborghini (Carroña última forma), Leopoldo María Panero (Me amarás cuando esté muerto).
¿Cuáles serían los tres poemarios que te llevarías a una isla desierta?
Quizá: Primero Sueño, Tabaquería y Los Cuatro cuartetos
¿Tienes hábitos, horarios o rituales a la hora de escribir?
Sí, trato de escribir 3 veces a la semana, de dos a tres horas (varían dependiendo mis actividades, pero desde hace más varios años, lo hago así de manera religiosa).
¿Cómo es estar en un ring de poesía y salir campeón?
Muy divertida, Gracias a Adriana Tafoya y Andrés Cisneros de la Cruz, que me invitaron a participar. Mandé mis poemas desde León y en Irapuato hicieron un torneo donde el jurado estuvo integrado por Daniel Bencomo, José Antonio Banda y Jaime Panqueva.
De entre tus maestros, ¿cuáles han sido los que han dejado más huella en tu quehacer? Hay dos escritores a los que he tratado de emular, Juan Manuel Nieto Antúnez y Gabriel Zaid.
¿Ejerces el derecho? ¿Cómo se compagina con tu trabajo como escritor?
Sí, tengo un despacho especializado en materia civil y familiar. Desde que soy estudiante, primero en la EPL y luego en la Universidad, he tratado de organizar mis actividades para compaginarlas con la lectura y escritura.
¿Cómo son tus hábitos de lectura?
Leo a diario, llevo conmigo un portafolio donde por lo regular van conmigo de dos a tres libros que leo constantemente, es decir, si tengo que ir al banco me llevo mis libros para leer, es decir los llevo diario conmigo.
¿Cómo te definirías como escritor?
Me gustaría ser un escritor en la práctica. Tomo el nombre del libro de ensayo: La poesía en la práctica de Gabriel Zaid.
¿Qué opinas de la administración de la cultura en el municipio de León?
Tengo ya varios años, quizá, desde que terminó la revista Cosido a mano que no me involucró en nada de la cultura oficial. He tratado de irme por la libre. Leo, escribo y publicó de manera independiente.
¿Te consideras más técnico, más intuitivo o una combinación entre ambas cosas? Puedo decirte solamente que a veces me gana mi cultura filosófica. Quizá más técnico. El ejercicio de la inteligencia me atrae más que cualquier otra cosa. Por eso te comentaba en renglones atrás, que leo más filosofía que otra cosa. La argumentación, la crítica y ejercicio racional son realmente poéticos.