Raíces e institucionalización de la relación entre capital y trabajo (Universidad de Guanajuato, 1998). De J.W, Barchfield.
Es un breve ensayo de teoría económica que presenta un enfoque alternativo y heterodoxo con relación al surgimiento de las relaciones productivas jerárquicas de la empresa capitalista en su perduración como sistema principal de organización, desde sus orígenes hasta a actualidad.
Discurre sobre las raíces históricas de la empresa capitalista, situándola un poco después de la Edad Media, cuando el feudalismo empezó a decaer debido a los avances tecnológicos de la agricultura y al aumento en la demanda de la lana, factores que interactuaron conduciendo a la apropiación arbitraria de tierras comunes por parte de los señores, con la consecuencia de la generación de una clase de trabajadores “libres” bajo un sistema domestico: los señores proporcionaban un anticipo a un grupo de familias, a las cuales asignaban una tarea específica de producción a realizar desde sus casas. Este sistema domestico se convertiría luego en un sistema de fábricas que en principio eran simplemente manofactureras en forma de talleres grandes que usaban tecnología casera. Pero los trabajadores se aprovechaban de no trabajar a la vista de los patrones y cometían los fraudes que estaban a su alcance. Los trabajadores se empleaban de forma casual cuando se sentían dispuestos, por los que los patrones recurrieron a la ley para que el tiempo del que disponían los trabajadores para devolver el trabajo acabado fuera reducido cada vez más.
La esencia de la sustitución del sistema domestico por el fabril fue la disciplina, pues los trabajadores empezaron a trabajar bajo la vigilancia de capataces y fueron sujetados a un régimen laboral que restringió su autonomía y dispuso mejor de tiempo. Ya no podían preguntarse ¿cuánto trabajar?, sino ¿trabajar o no trabajar? Se impuso la adaptación del trabajador a su trabajo en lugar de la adaptación del trabajo al trabajador. El autor afirma que la evidencia histórica sugiere que las raíces de la empresa aparecieron como la institución de un control impuesto sobre trabajadores que antes eran independientes. A partir de allí, analiza en un segundo momento del libro la fuerza motriz del mantenimiento de la empresa capitalista, la desaparición artesanal y el desenvolvimiento del proceso productivo que siguió como consecuencia de la marcha del progreso tecnológico. El sociólogo Jaques Elul sostiene que la inhumanidad de la sociedad industrial occidental contemporánea no es culpa del capitalismo sino de la máquina. Aunque se necesitó tiempo para que los trabajadores se dieran cuenta que su enemigo no era la máquina sino el sistema en el que se ubica. Por ejemplo, los primeros trabajadores de fabriles eran pagados en especie por medio de tiendas de raya o con monedas falsas. Así, hubo entonces tecnologías “dominantes” y “dominadas”. El capital utilizó la ciencia a su servicio y la mano de trabajo aprendió la docilidad. Barchfield da algunas de las implicaciones sociales de este desarrollo tecnológico, que tuvo un sesgo clasista.
A pesar de la brevedad del texto, éste consigna una amplísima bibliografía que será útil para el lector interesado en ahondar en el tema que nos ocupa.
Últimos ejemplares de este librito pueden ser adquiridas de remate en las librerías del centro de la ciudad de Guanajuato, pertenecientes a la Asociación de Libreros Lucio Marmolejo. Por otro lado, puede encontrarse en varias bibliotecas de la Universidad de Guanajuato (consultar el catálogo en línea en: http://www.bibliotecas.ugto.mx)