Después de la visita del presidente de China, Xi Jinping, a Rusia esta semana, se han generado diversas reacciones internacionales, tanto de apoyo como de crítica, ante la creciente alianza entre los dos países en medio de la guerra en Ucrania.
Por un lado, están países como Irán, Venezuela o Corea del Norte han expresado su respaldo a la cooperación estratégica entre Pekín y Moscú, que se ha traducido en acuerdos comerciales y energéticos, así como en una postura común frente a las sanciones occidentales.
Y por otro lado, países como Estados Unidos, Reino Unido o Francia han mostrado su preocupación por el papel de China como posible mediador o proveedor de armas para Rusia, que sigue ocupando parte del territorio ucraniano y desafiando al orden internacional.
Asimismo, Ucrania ha intentado buscar algún tipo de compromiso de China para que presione a Rusia a retirar sus tropas y respetar la soberanía nacional. Sin embargo, la propuesta china de 12 puntos para poner fin al conflicto no ha sido bien recibida por Kyiv ni por Occidente, al considerarla ambigua e insuficiente.
La visita de Xi Jinping a Rusia ha demostrado que las relaciones entre los dos gigantes son más estrechas que nunca en la era del aislamiento. Pero también ha evidenciado las asimetrías y los intereses divergentes que existen entre ellos.
China busca sobre todo asegurar su suministro energético y ampliar su influencia económica en la región. Rusia busca un socio que le apoye políticamente y le ayude a mitigar el impacto de las sanciones. Ambos comparten una visión multipolar del mundo y una oposición al dominio estadounidense.
Sin embargo, también hay diferencias y recelos entre ellos. China no quiere involucrarse demasiado en la guerra de Ucrania ni poner en riesgo sus relaciones con otros países. Rusia no quiere depender demasiado de China ni perder su protagonismo en el escenario global.
La visita de Xi Jinping a Rusia tiene repercusiones globales que van más allá de la guerra en Ucrania. Es un signo de que el equilibrio de poder está cambiando y de que se están formando nuevos bloques geopolíticos. El futuro dependerá de cómo se manejen estos cambios y de si se logra una solución pacífica al conflicto ucraniano.