Miguel Rohán es un es narrador nacido en 1986 en la Ciudad de México. Licenciado en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato, maestro de Literatura Hispanoamericana por El Colegio de San Luis, doctor por la Universidad de Princeton.
Abocado primordialmente al cuento breve, Rohán integra a su universo ficcional anécdotas de la vida cotidiana observada, para insertar en ellas, concatenadas, la sugerencia y la crítica. Hay —es necesario decirlo— en su producción cuentística una denuncia de desencanto ante la sociedad, tal vez un hastío de todo lo que integra el sistema de valores del hombre contemporáneo enajenado, viciado a más no poder. En este mundo repudiado, la muerte es vivida de manera insensible, pues nos hemos hecho indiferentes a ella por autómatas, egoístas y carentes de ideal. Por tanta decepción. Así somos involuntariamente cómicos, viviendo bajo presiones insuperables que nos llevan, al borde de la desrealización, a cometer actos desatentados. Este mundo actual en las grandes urbes es un mundo de neuróticos, de gente infeliz poco diferenciada del ganado; mismo que nos lleva a ser perdedores constantes, al fracaso de las relaciones interpersonales y a la sociopatía. No hay respeto ni entendimiento de las necesidades del prójimo: bastante nos ahogan nuestros propios problemas. Sólo podemos dedicarnos a nosotros mismos, a sobrevivir como se pueda, con compulsiones extrañas y sin verdadera trascendencia. Ni las ideas pueden salvarnos: el mundo intelectual está lleno de pretensión y falsedad. La vida, así, es absurda y ridícula. Sólo los placeres mundanos -como el sexo y el alcohol- nos pueden otorgar, por momentos, un sentido, un placer momentáneo, ayudándonos a fugarnos de tan terrible crisis social en la que estamos inmersos y a la que no nos podemos sustraer. (Aun cuando al primero le otorguemos una orientación desprovista de afectos, cercana a la animalidad.)
Hay momentos de humor, sí, en sus cuentos, por la forma en la que nos es presentada la inoperancia del modelo social que vivimos actualmente, que aleja del humano todo lo que lo hace tal, y lo convierte en no más que el engranaje de una máquina monstruosa, de la que quizá ya no escaparemos. Pero al lado de este humor -negro obviamente-, hay horror; horror que salta en forma de asco, de experiencia limítrofe, de crímenes espantosos a los que ya estamos tan acostumbrados: esos que son noticia de un día en el periódico más importante. Pero que al día siguiente se olvidan.
“Los últimos días del París”
Este cuento rompe con la estética anterior y es resaltado por su belleza emotiva. Se trata del breve relato, de acentos románticos, que hace un joven desde el barrio chino parisino al cual vuelve después de veinte años, de donde tuvo que huir buscando convertirse en actor en su natal Hong Kong, oprimido por la traición que cree estar haciendo a sus seres queridos que es necesario abandonar. De considerable hondura poética, sus líneas finales mueven al lector sensible a la conmoción y al sobrecogimiento, dejándonos con un logrado efecto de pesadumbre.
Los cuentos en comento fueron publicados por primera vez en el diario El Correo de Guanajuato en las siguientes fechas: “Entre las cortinas” (7 de abril de 2007), “Cortaúñas” (12 de mayo de 2007), “Lecciones de ornitología” (2 de junio de 2007), “Morirse en el metro” (30 de junio de 2007), “Los últimos días de París” (15 de noviembre de 2008) y pueden ser localizados para su lectura en la hemeroteca del Archivo Histórico de Guanajuato.