Saúl Ibargoyen, nacido en Montevideo, Uruguay, en 1930 y muerto en 2019, fue escritor de poesía, narrador, crítico, narrador, ensayista, editor, periodista y traductor. Ángel Rama, lo ubica dentro de la llamada por él “Generación de la crisis” correspondiente al periodo que va de los 50s a los 70s. Esta ha sido parcialmente traducida al inglés, alemán, francés, italiano, polaco, ruso, bielorruso, búlgaro y portugués. Después de huir de su país, recorrió una lista de 35 países en busca de experiencias de vida. Trabajó en nuestro país como subdirector del periódico Excélsior y como jefe de redacción de la segunda época de Plural. A su muerte fue autor de una cuarentena de obras, cinco de ellas antologías de poesía latinoamericana.
El propio autor –llamado por sí mismo “auctor”– dije no saber a que se le llama acto poético. “A veces, es cuestión de palabras”, afirmó. Sin embargo, está seguro de que todo acto de creatividad, incluida con obviedad la literaria “tiene como raíz primera el inconsciente y la zona profunda de la personalidad”. El poeta afirma trabajar reciclando las imágenes que percibe de la realidad externa, de sus sueños, sus sensaciones y reflejos intelectivos para hacer con ello materia prima para su poesía, yendo así a su fondo, a su origen.
Su amigo Juan Gelmán, dice de él que “pertenece a la estirpe de poetas verdaderos, una especie que sería menos abundante de lo que el número de libros de poesía en circulación y la crítica hace suponer”. Desde luego, se refiere Gelmán a la crítica aduladora de muchos periodistas que deben comentar positivamente las obras de sus colegas con el fin de crear ilusiones en los lectores no especializados, y privilegiar sus intereses dentro de una verdadera mafia mediática inserta en el mundo de la cultura, en el cual los verdaderamente talentosos serían contadísimos. Francesca Gallardo lo llamó poeta “extraordinario”. Lo llama “poeta fuera de las normas comunes.” Pero, ¿no deberían ser todos los poetas verdaderamente extraordinarios por el simple hecho de hablar por voz propia antes que con la voz de la tradición literaria, siendo así, y sólo así, originales y únicos?
La poesía de Saúl Ibargoyen editada por la Universidad de Guanajuato es extraordinaria por su nihilismo: no dice nada, no se refiere a nada, parece no pretender trasmitir emoción, ideal alguno. No hay siquiera en ella un tono. La correspondencia entre los títulos de sus poemas con éstos es mínima y pasa desapercibida la mayoría de las veces. La estructura formal tanto de cada poema como del conjunto organizacional es de lo más simple. Así, y de acuerdo a lo expresado por el mismo autor sobre su poética, podemos decir que esta poesía al provenir de una escritura casi semiautomática, se parece a su dueño. Pero no hablamos entonces de un verdadero surrealismo, al que dice adscribirse el poeta, que utiliza esta técnica para elaborar un discurso, del cual carece completamente la poética del autor. Menos aún son creaciones dadaístas, pues en ellas también se elabora también uno; una crítica incluso. Se trata a lo sumo de obras narcisistas: quien quiera conocer la profundidad del pensamiento inmediato del autor, habrá de recurrir a estas obras como primera fuente.
Los nombres de los dos poemarios comentados son Poemar (2007), el cual es un verbo neológico que recoge de Ramiro Alderete Gómez y que significa según su Diccionario de rarezas y exquisiteces de la indudable sabrosura e insospechada galanura de a nuestra lengua como “la actualizada composición de la poesía como género o función, en sus formas más variadas, difundidas, vulgares y recónditas”, noticia consignada por el mismo Ibargoyen en su prólogo: así el lector tiene una advertencia contundente de lo que encontraremos en estos poemarios; y Poeta semiautomático (2006) que esencialmente no tiene mayores diferencias con el anterior, salvo que es aún más escatológico, no sólo por la destrucción sintáctica a la que suele recurrir, sino por alusión reiterada a la basura, la podredumbre, los fluidos corporales, etc.
Otras obras de este autor son: La sangre interminable, Soñar la muerte, Toda la tierra extranjera, Exilios, Libro del maestro, Libro del maestro, Dispersiones, El escriba de pies.