Este libro de poesía de Pedro Vázquez Nieto, editado por La Rana en 2004, contiene 130 páginas, y está dividido en los siguientes apartados “El delirio”, “El epitafio”, “Otros textos” y “Canciones par iniciar un siglo”. En él, el amor se hace presente en forma de una pregunta constante (y de múltiples respuestas posibles): “Qué hare como este corazón / que el tiempo no ha vencido, / dónde colocar su fuego / que navega entre cenizas”. El amor, como tema recurrente, se hacen presente una y otra vez en el libro a modo de poemas se corta y mediana extensión, la mayoría de ellos sin título (acaso porque no lo necesitan): “Nada sino principio es / cuanto levantas el día / y das la orden / de que todo viva y permanezca”. La presencia amada de una mujer ronda estos poemas en formas variadas, como la embriaguez de un vaso que se alza y se llena en la contención de un sentimiento amplio y que trasforma la realidad. La voz del poeta, de francas vibraciones, combina el asombro de este mundo que se descubre en cada acto con el erotismo que el amor produce cuando es más que ausencia y nostalgia. Sin embargo, no puede faltar, de pronto, el natural dolor de todo ello: “En la antigua puerta de mi pecho / tocan cien manos las heridas, / (…) es que perdido voy a ningún lado, / de allí mismo vengo, sin saber / qué hago del día a media lluvia.”
Es necesario decir que esta poesía, como es natural, comparte ciertos aspectos estilísticos y estéticos con otras obras de poetas regionales de la misma generación. Algunas de las preocupaciones comunes que se advierten son el diálogo con otros discursos artísticos (en el caso de los poemas “Para un cuadro de Capelo” y “Para un cuadro de Dean”), el tema de la amistad y ciertos lugares geográficos privilegiados en la memoria por el afecto (“A Santiago de Compostela”, “Santo Domingo, Oaxaca” y “Monte Alban”). Sus registros poéticos son así una constelación de ángulos desde dónde mirar la vida, sintiendo todos ellos entrelazados a la manera de una urdimbre artesanal.
Es el amor sentido por el poeta tan grande que nunca quisiera separarse de él: “Locamente espero un nuevo día / para encender / en tu pecho mis hogueras. // No se acaba esta locura / por quererte, ni en la muerte / dejaré yo de mirarte”. Porque, parafraseando, al autor, es arena el corazón cuando el amor lo abandona.
Finalmente, es importante decir que esta obra conforma parte de un grupo de libros donde el autor aborda el tema del vampiro.
Vázquez Nieto ha encontrado en la palabra (independientemente de su trabajo como abogado, profesor universitario, promotor cultural y actor del Teatro Universitario) un medio expresivo propicio para dar cauce a sus inclinaciones creativas a través de los años. Porque, a decir de él mismo (y éste es, completo, uno de los poemas del libro): “Está la palabra para señalar la ausencia, / para decir la magia que se esfumó en los ojos, / para cantar la épica de los sueños, y anunciar la materia del porvenir, / es el agua escurridiza para los cuentos, / la tibieza de luciérnaga para la poesía, / es turno y su relámpago que ya no están, / está en el malabar del aire, / en el fruto de sabor que no llegó.”