Foto de portada: Jaime Juárez
Andrea Parra, es actriz. Licenciada en Artes Escénicas y Maestra en Artes por la Universidad de Guanajuato. Escribió y y actuó en Florín y Romblades; la resistencia del sonido, musicalizada por dúo Vantablack, obra apoyada en 2021 por Giras Raíz México como parte del proyecto de exploración sonora Beatz and Bites. Actuó en el mediometraje Divergir o en qué momento empezaste a caer en el vacío, dirigido por Aníbal Perramount. Ha sido docente de Actuación, Puesta en escena, Expresión Verbal e Interpretación Verbal entre otras asignaturas de 2014 a 2018 en la Lic. en Artes Escénicas de la UG y Lic. en Artes Escénicas y Producción de Espectáculos de la UDL. Fue tallerista de teatro en Centro Cultural Juan Ignacio Torres Landa en 2016 y en otros espacios de la ciudad de Guanajuato desde 2010. Ha tomado talleres de danza butoh, danza exploratoria, arte terapia, actuación, rap, canto armónico, técnica vocal y expresión verbal, dirección y dramaturgia con maestros de México, Chile, Ecuador y Argentina entre ellos Yumiko Yoshioka, María Inés Cardoso, Luisa Huertas, Claudio Gotbeter, Lola Lince, Dehesa Gasca, Claudio Valle por mencionar algunos. Fundó el grupo de teatro Anda sin Zapathos que formó parte durante diez años de las escuelas de Historia, Letras y Filosofía de la Universidad de Guanajuato y que realizó varios montajes de creación colectiva entre 2007 y 2012; así como el Festival Internacional A Escena Abierta. Actualmente se está certificando como maestra de Nivel 1 de Meditación Chi Kung y Tai Chi Terapéutico con el maestro Luis Duarte del Tao Internacional. Desde abril de 2021 imparte sesiones personalizadas virtuales de meditación y voz.
1.- ¿Desde cuándo actúas y cómo fueron tus inicios?
Tenía 9 años. Esa obra fue emblemática para mí, hasta me hice un tatuaje. Ja Ja… Godspel de Schwartz y Tebelak de 1970. Un Jesucristo Hippie en NY que saca a las personas de su cotidianidad para contarles parábolas, cantar, hacer pantomima y jugar con chatarra. Fue impactante para mí como niña y quizá porque era religiosa, algo hay de eso… pero sentirme libre por primera vez. Me divertía en verdad. No me la creía. Era mágico. Me dio más bien la religión teatral que la católica. Aunque estuve en talleres no me gustaba tanto hacer teatro en la adolescencia, me sentía insegura y discriminada, como bicha rara. Aunque aprendí mucho porque en mi escuela en CDMX, sí nos apasionaba hacer musicales. Luego fundé el grupo de teatro en la Universidad y me sentí completa y entregada a la labor porque ya no lo veía alejado. Antes no quería estudiar teatro porque no quería que me pagaran por hacer algo tan bonito, sentía que le iba a faltar el respeto al teatro. Pero luego me di cuenta que sí era lo que quería hacer.
2.- ¿Cuál tu proyecto de titulación como licenciada en Artes escénicas por la UG?
Nacidos en 1984, escrita en 2011 y estrenada en 2016. Tuve la beca de jóvenes creadores en Dramaturgia y luego cuando entré a estudiar Artes Escénicas la monté y me titulé con esa obra. Trataba de un grupo de jóvenes que en un pueblito se encuentran con un anciano que los somete a pruebas diversas. Una sátira donde me burlaba de actitudes que tenemos por nuestra adicción a la tecnología y la virtualidad. Las pruebas hacían comportarse a los personajes como si una fuerza los manipulara, con la intención de evidenciar que somos cómplices de la Red Social, del sistema, lo que para Orwell era el Gran Hermano.
3.- ¿Cuál fue tu proyecto de titulación como maestra en Artes por la UG?
De la comedia a la risa pálida en la obra de Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio. Un pasaje por la historia de la comedia y cómo hemos ahora convertido el humor hacia la acidez quizá por el cinismo, que se puede notar en la dramaturgia de este autor que recientemente falleció. Un escritor que México necesitaba porque se atrevió a decir todo tal cual es, aunque duele. La ironía. Él era una persona muy sabia desde mi opinión y tenía una agudeza para la escritura, pero desgraciadamente estaba enfermo desde hace años y se fue muy joven.
4.- De entre las obras que has participado, ¿cuál ha constituido el mayor reto?
De todas he aprendido montones … pero Final de Partida de Beckett porque me tuve que convertir en un hombre enfermo ciego, postrado, desagradable, manipulador, narcisista, abusador… en esa época no tenía tanta técnica actoral, entonces fue difícil volver a sentirme femenina. Esa la montamos con mucho amor porque fue entre compañeros para un Congreso sobre Beckett en 2014. La dirigió Ernesto García, un gran amigo mío que me enseñó una “partida filosófica” entrañable porque el límite a lo mejor del cuerpo era la silla de ruedas donde estaba sentada y en los goggles empañados, pero mi imaginación (como los bosques) se desarrolló muchísimo, no solo por los ejercicios de análisis que hicimos sino por el trabajo vocal para ser un hombre cabrón mimado. A parte la forma inmediata, cotidiana y a la vez profunda de este autor es abrumadora. Aprendí sobre el rechazo y no cuentos. Fue un proceso de 9 meses y participé con Aracely Velázquez, Marco Torres y Hortensia Valtierra a quienes estimo mucho. Y sin duda Báthory contra la 613 de Juanma Romero, que tuvimos segunda temporada en el Teatro Benito Juárez apoyada por el Sistema de Teatros de la Ciudad de México este 2022. Levantamos este proyecto Daniela Parra y yo. Ella la dirigió y produjo y yo actué junto con un equipo increíble y talentoso. Fue una obra producida por EFIARTES en 2020 estrenada en La Capilla. Me tocó actuar con Ana Isabel Esqueira, un monstruo en escena que me enseñó sobre confianza, seguridad, resistencia, precisión, verosimilitud… en fin. Lo difícil era el tema porque supuestamente la condesa Báthory mató a más de 600 de sus doncellas en el siglo XVI para bañarse en su sangre con el fin de verse más joven. No se sabe si es verdad o leyenda… pero nos movió porque al final seguimos viviendo el abuso de poder en diferentes ámbitos sin importar que estemos en siglo el XXI (la obra viaja del pasado al presente) y yo era la una de las 613, la víctima que sobrevivió y que la revive para enfrentarla en un juicio imaginario para hablar de las mujeres que no la vivieron para contarlo.
5.- ¿Qué prefieres actuar: comedia o tragedia? ¿Y por qué?
Me llama la tragicomedia, la sátira… o la pieza, que es tragedia, pero moderna. Ahora incursioné en comedia y me encanta. Comenzar con clown me ha atravesado. Para cine disfruté hacer algo similar a realismo; es una película con tintes distópicos… Y quisiera seguir incursionando en horror para cine.
6.- ¿Puedes compartirnos algunos recuerdos memorables de tus viajes profesionales?
Ir a Colombia me cambió totalmente porque íbamos con la obra La fe de los cerdos de Hugo Wirth dirigida por Israel Araujo. Estar en Sala Estrecha en Pereira donde nos recibieron con mucha generosidad. Contar una historia densa sobre las drogas en ese país y hacer el símil con México. Compartir con ese equipo; éramos muy unidos y tuvimos varias funciones en México y en Guanajuato. Aparte que fuimos el primer grupo de la primera generación de Artes Escénicas que se fue de gira.
¡El viaje a Atarjea con Anda sin Zapathos… pues estuvo tan hermoso que de ahí me salió escribir la de Nacidos en 1984! Era un pueblo mágico encerrado en las montañas. Presentar El Nahual de Paramillo de Benjamín Valdivia en la cancha de básquet… el río por la noche. Nos tardamos como seis horas en llegar, pero valió toda la pena por ver el interés de las personas. No parece que sea un municipio de Guanajuato, pues hasta es otro clima.
7.- ¿Cómo fue tu experiencia como fundadora de teatro Anda sin zapathos?
Genial para la vida universitaria. Gracias a este grupo decidí que sí quería estudiar teatro. Aprendí tanto de mis compañeros y compañeras… que ni puedo ponerlo en palabras. Mis mejores amigas, que no se iban a meter al taller, jaja, me dijeron que si a mí me gustaba el teatro debía hacer uno. Les conté que no tenía experiencia como maestra, ¡pero al final no sé por qué me convencí que no sería tan complicado! Claro que lo fue, pero tengo recuerdos super lindos, que los problemas o dificultades técnicas con el paso del tiempo son nada en relación a lo que significó para mí, para todas y todos. Imagínate… más de diez años de teatro independiente, en una escuela donde no había habido grupo de teatro en años. Fue un orgullo estar de los primeros grupos universitarios independientes en esta ciudad por esa época (2007-2012). Hicimos el Festival Internacional A Escena Abierta, el primer festival solo dedicado a artes escénicas en la capital y duró cinco ediciones. Un esfuerzo de madrugadas, pero porque de verdad nos movía ensayar, trabajar, analizar. Éramos clavados y montamos obras que nos interesaban. No hacíamos por hacer ni para demostrar nada a nadie. Nos apropiábamos del espacio y éramos medio rebeldes, jaja. Logramos que muchos estudiantes de la UG hicieran su servicio social durante esos años en lo que era la Facultad de Filosofía, Letras e Historia, aparte hubo estudiantes de Relaciones Internacionales, Turismo, Matemáticas, Música, Plásticas… Seguro me olvido de otros… Revivimos que hubiera funciones en el Teatro de Minas. La magia del ritual nos envolvió y no acabaría de contar lo grandioso que fue. Todavía tengo amigos y amigas de ese grupo. Y siempre estaré agradecida con todos: Beto Castañeda, Gaby Herrera, Oti Moreno, Velia Orea, Marleen Velázquez, Hortensia Valtierra, Andrei Eudave… Ernesto García, Marco Torres, Mariana Verduzco, Gaby “La roja”, Gustavo Ponce… bueno, te digo que no acabo…. Y no puedo poner a todos es porque fuimos un grupo numeroso.
8.- ¿Cómo te preparas para un papel?
Depende del director o directora. A veces hay que basarse mucho en cómo me van guiando, pero varía si es para teatro, cine o TV, si es una creación desde cero, si es un texto dramático, si es un guion establecido en el que no se puede cambiar ni una palabra, porque no será el mismo tiempo de creación. Escribo la historia mediata e inmediata, hago varias preguntas para comprender su situación. Algún entrenamiento físico y vocal particular que ayude. Canciones, películas, obras plásticas… Hago dibujos… Ahora me he vuelto fanática de ver videos de interpretaciones y castings. No es nada parecida la construcción que hago por ejemplo para cine que, para teatro, porque la información revelada no es la misma; aunque al final hay que escarbar las tuberías del texto para entender lo que realmente quiere decirnos.
Lo que sí he aprendido para todos los medios es que hay que dejar que salga una parte vulnerable que me permita a la vez estar cómoda en escena, relajada y con la cual pueda jugar todo el tiempo. Escuchar a los demás compañeros y compañeras. El estudio del comportamiento animal, por otro lado, no tiene por qué ser solo un método para teatro físico; la verdad lo estoy poniendo en práctica y me da muchas armas.
9.- ¿A qué actores o actrices admiras y por qué?
De actores y actrices en México admiro mucho a la maestra Luisa Huertas por su trabajo en el CEUVOZ y en la Compañía Nacional de Teatro, a Marina de Tavira en la obra Tragaluz me dejó sorprendida, Fernando Huerta Zamacona es un actor completo, la sencillez y chispa que tienen Karla Souza y Cassandra Sánchez Navarro en pantalla…
Al Pacino fue mi primer amor en pantalla por el Padrino y Tarde de perros, entre otras; su progresión y cambios en los personajes es brutal. Robert De Niro… No te voy a poder decir las razones de todos… pero tú preguntaste: Audrey Hepburn, Elizabeth Taylor, Sidney Poitier, Dustin Hoffman, Jeff Goldblum, Willem Dafou, Jack Lemon, Shirley Mclane y Meryl Streep (de la vieja escuela). Ahora estoy encantada con actores más jóvenes como Jake y Maggie Gyllenhaal, Greta Gerwig, Joaquín Phoenix, Tony Collette, Jessica Chastain, Kristen Stewart, Thandie Newton… se me van varios pero su forma de construir personaje es especial, caen bien.
10.- De entre tus maestros, ¿cuáles han influido más en ti?
David Eudave me enseñó actuación, dramaturgia, teoría teatral, análisis del espectáculo; es muy sensible. Israel Araujo me enseñó a construir personaje con sutileza, pero visceral y nos enseñó a trabajar en equipo. Emma Guadalupe Hernández porque de una forma natural pude reencontrarme con mi cuerpo gracias al método Feldenkrais… Pues son muchos, todos han sido importantes… Sol Waldo y Luisa Huertas por su gran labor con el trabajo vocal. Todos mis maestros y maestras de Artes Escénicas de la UG. Thomas Richards es brutal tan solo estar en el mismo cuarto con él. Gerardo Trejoluna porque tomé un taller que no se me olvida; todavía hago muchos de sus ejercicios. Yumiko Yoshioka, Dehesa Gasca, María Inés Cardoso y Jaime Juárez; gracias a ellos me reconcilié con la danza. Claudio Gotbeter un maestro gracioso, muy sencillo y que me enseñó ejercicios muy útiles para actuar y relajar.
11.- ¿Cuáles son tus obras teatrales favoritas?
Si se vale ser nostálgico me gusta mucho La Gaviota de Chéjov porque me tocó hacer una escena en la escuela. La omisión de la familia Coleman que vi con Timbre Cuatro. Frankie y Jhonny en el claro de Luna. Obras que me marcaron porque las vi como a los 16 o 17 años, Las chicas del tres y medio floopies del mismo autor de mi tesis LEGOM y Esperando a Godot.
12.- ¿Cuáles son tus autores dramáticos favoritos?
Pues sí no voy a negar que Samuel Beckett. Me gusta mucho Albert Camus; por ejemplo, vi Los justos y El Malentendido y me gustaron muchísimo. Tengo un aprecio especial por las obras de Wajdi Mouawad.
13.- ¿Qué has encontrado en la meditación que otras disciplinas no pueden brindar?
No sé si otras disciplinas no lo pueden brindar… Por ejemplo, siento que la música o no sé… bailar tango es hasta cierto punto meditar en movimiento, pero me falta tanto por aprender… Lo que sí sé es que la meditación me ha permitido explorar mis emociones y sensaciones sin culpa y sin vergüenza, dejando de pensar que uno es lo que piensa o lo que siente. Es decir, dejar el lenguaje de lado un rato, dejar de pensar e identificarse con un nombre, una supuesta identidad, ser capaz de no ser nada por un momento. Reconciliarse con el pasado. Tenemos tantos prejuicios por el marco de referencia que aprendimos, que es necesario tomar el ego y no dejar que te controle y enferme sino ponerlo como una herramienta. Despojarse lo más posible (aunque es complicado) de la violencia que ejerzo frente a mí o frente a otros, que a veces es de forma inconsciente por el machismo tan arraigado, porque nos da pena. No sentirme enferma todo el tiempo sino segura. Fortalecer al mismo tiempo los músculos, órganos y tendones, los diferentes sistemas. Porque los tipos de meditación que hago, Chi Kung y Zhineng Qi Gong, pueden ser pasivas o en movimiento. Le debo mucho a Renata Ramos que me introdujo a la meditación y a Ling y Lu Laoshi. Yo tenía lesiones físicas y estas formas me han permitido entrenar el físico y a la vez sanar esos problemas que tenía por descuidos al entrenar teatro o danza. O sea que puede vaciarse el universo interior para después sorprenderse y llenarse de nuevo. Trabajar con el subconsciente y los traumas. Pero creo que lo más importante: El reto es no meditar para uno y luego salir a la calle y ser una hija de la mañana, o querer andar predicando, sino aplicar lo aprendido para no enojarse a lo bruto, para conciliar, para aprender a conocer a las personas sin importar de dónde son, qué edad tienen o a qué se dedican. Y enfrentarse a lo negativo, no andar con la falsa positividad porque eso tampoco sirve de nada, porque al final los problemas nos alcanzan. Pero hay opciones, ya sea en forma laboral o amistosa, aprender a vivir y a disfrutar con las personas y el entorno.
14.- ¿Qué planes profesionales tienes para el resto de año?
Estoy en un proyecto llamado Vulva de Pamela Guerrero y dirigida por Andrea Rivera, que se estrena a fines de año. Es una comedia musical sobre el placer femenino. Estoy escribiendo un texto propio sobre los órganos y las emociones. Seguir moviendo proyectos con Beatz and Bites que va de colaborar con músicos y artistas en torno de la exploración sonora.
15.- ¿Cómo visualizas la escena teatral del estado de Guanajuato?
Estable ahora y a la vez maleable. Sin embargo, me da tristeza ver que hay espacios públicos que están vacíos y que podrían usarse para talleres o presentaciones, pero que quedaron en el olvido quizá por la pandemia. Me parece que nos falta todavía mucho por formar públicos y llegar a diferentes espacios. Que no seamos solo nosotros los que vamos a ver las obras de nuestros compañeros de teatro, danza o performance, sino que ampliemos a las personas de todos lados. Por eso estoy actuando en bares, cafés y restaurantes. Creo que también hace falta que no haya regateo en nuestro trabajo, que realmente aprendamos a cobrar y que las personas sepan que el arte cuesta, que hay que pagar un boleto, que las horas de clase valen por la preparación y el tiempo de trayectoria, que no siempre hay cortesías. Hay esfuerzo y actividad de varias poblaciones desde hace varios años. Justo el otro día platicaba que en 2005 había muy pocas opciones para ver teatro (salvo Cervantino) y mucho menos había forma de estudiar o campo de trabajo. 17 años después la verdad es que es un abismo de diferencia. Me enorgullece ser parte de este movimiento.
16.- ¿Qué personaje te gustaría realizar que no hayas podido hacer aún?
Lady Macbeth… Pues tantos, la verdad. Me gustaría actuar en alguna obra de Teneessee Williams. Me gustaría también hacer más de dramaturgia mexicana como Dolores y la Felicidad de David Olguín o algo de Oscar Liera. Quiero hacer cine.
17.- ¿Cómo afectó o modificó la pandemia tu vida profesional y artística?
Solté fantasmas sobre lo que debía ser o hacer incluso socialmente. Me acabé de enamorar de la música. Como ya tenía el hábito de meditar eso me protegió de depresiones extremas o caer en ansiedades irrevocables y lo junté con el método actoral. Aunque de todos modos tuve y sigo teniendo desmotivación a ratos. Pero ahora la guitarra, el canto, la música, el dibujo, el baile, la motivación de hacer castings, el aprender maquillaje, la fotografía, úchale un montón de cosas… me devuelven a mi centro. Una compañera actriz que admiro mucho me dijo que había dado un salto cuántico. Estar frente a mí misma con mis miedos, saliendo de lo que no quiero. Actuar no desde la postura o la pretensión sino desde la verdad. Dejé de dar clases en secundaria porque no me sentía hábil y sentía que era peor estar mintiendo. Escribí una obra sobre la mutación y el ADN. Hice títeres. Me aventé a colaborar con músicos y músicas increíbles de León, Guanajuato y uno de CDMX. De la nada se vino la oportunidad de grabar mi primer mediometraje como actriz con el director Aníbal Perramount. Me imaginaba haciendo cine en cinco años y salió en cinco meses. Tuve mucha fortuna en ese sentido. De todos modos, la pasé mal como todos. Decidí también que no quería seguir haciendo cosas que no me hacían del todo feliz. No quería tener trabajos que me resultaran cansados o que no me motivaran. Me tomé en serio dar clases personalizadas. Entonces tuve que buscarme formas autogestivas como muchos lo hemos hecho. Saqué mi parte de editora, marketing, diseñadora, dibujante, gestora, comerciante y pues no sé, eso me dio seguridad para tener “mi propio negocio”, pero también para que no me absorba una vida que no me interesa, sino realmente enfrentando mis malos y buenos hábitos, tratando de no negociar conmigo, sino otra vez vulnerar, combatir la enfermedad, sanar y compartir. No es fácil no tener algo estable. Por eso también la meditación me ha sacado a flote porque las personas están disfrutando eso en mis clases, igual cuando me ha tocado dar taller de teatro o expresión a músicos, músicas, artistas visuales o personas que tienen otras profesiones y oficios, se siente muy bonito que realmente se lleven algo. Soy muy afortunada que mi familia, amigos y amigas siempre están conmigo y me apoyan mucho.
Qué bella entrevista y qué claridad para expresar lo que se piensa y lo que se siente, felicidades!