Ediciones La Rana es el sello editorial del instituto Estatal de la Cultura. Hoy presentamos quince reseñas de libros de ayer y siempre de esta editorial.
Lo llamaron chacal, de Vicente Ruíz Martínez (2013)
En éste su primer relato extenso, Ruíz Martínez, si bien mantiene, con respecto su anterior producción cuentística, una continuidad evidente en la que el folclor, la idiosincracia, el registro del habla popular y la descripción de las más arraigadas costumbres de lo típicamente mexicano siguen siendo marcos de referencia; también es cierto que en esta obra se aventura por nuevos derroteros narrativos que la aproximan a la novela corta y marcan un nuevo giro en su trayectoria. Su habilidad para contarnos historias, su solvencia para caracterizar personalidades y espacios, nos hace recordar que la tradición de aquellos grandes narradores orales de tiempos pasados permanece aún viva a través del trabajo de escritores como Ruíz Martínez: antorcha generacional que, además de valioso cultural, es ese florido ámbito de la memoria en el que nos reconocemos compartiendo un mismo tiempo y una sola identidad colectiva.
En obra negra, de Varios autores (2013)
Jean-Paul Sastre decía que el criminal no hace la belleza, sino que él mismo es la auténtica belleza. Esta idea estética es la que erige y da consistencia a cada una de estas narraciones. Obra negra es, pues, una afortunada reunión de cuentos siniestros en los que la experiencia limítrofe y el quiebre de los órdenes -morales, psicológicos; cuales sean- son constantes insoslayables que nos invitan nuevamente a inquirir los fundamentos de la naturaleza humana. En ellos el amante del cuento negro encontrará, no sin una buena dosis de tensión y suspenso -como es debido-, sí, el esperado crimen, puntual, trabajado con estilo, elocuente, campeando y salpicando las páginas. Y asistirá así a la continuación en nuestro medio de una tradición literaria fascinante y prestigiosa.
Círculos de agua, de Varios autores (2018)
Este libro aglutina una muestra de narrativas que emergen de la profesionalización tras una serie de experiencias críticas seminales. La diversidad de tratamientos y modos de escritura se articula en torno a la tecnicidad orientada a la búsqueda de sus propios alcances. Voces independientes que ejercen cada una la conciencia y la palabra desde una perspectiva reflexiva individual, y que, reunidas, funcionan como un corte documental sincrónico del panorama actual en Guanajuato, la radiografía de un ecosistema imaginante preparado para el necesario diálogo con el lector, para la investidura de los poderes de la pertinencia y la significación.
La vida va, de Varios autores (2018)
Del primitivismo a la complicación, de la sencillez al rebuscamiento, esta reunión de textos da cuenta de las formas diversas de apropiación y configuración del hecho poético de una reciente generación de autores del estado de Guanajuato que inventa su propio camino entre las tradiciones queridas, las tendencias actuales y la consecuencia con el sentir y el entender la lengua propios. Un grupo reunido por una historia común de trabajo y la búsqueda de circuitos adecuados para su exposición más allá del solipsismo original de la palabra. De la esperanza fundante de la lectura; para este género, siempre generosa.
Ojos de colibrí, de Edgard Cardoza Bravo (2015)
Este trabajo del poeta guatemalteco, delicadamente ilustrado por Cecilia Alemán Espinosa, está dedicado a la nieta del autor, Sofía, la presencia con “ojos de colibrí” que puebla todo el libro. Es como si la ternura de su nacimiento hubiera movido las fibras más sensibles del poeta quien, aprovecha los temas del sueño, el mar, el día, la naturaleza y Dios, entre otros, para ir perfilando es ser amado y celebrado por medio de la palabra elocuente. La poesía es entonces un colibrí que brota del pecho del poeta para volar sobre los espacios familiares. Un libro que bien serviría de pretexto para que los adultos lean poesía a los niños y descubran juntos el lenguaje sentimental de los versos y las canciones del corazón.
Para muestra, este “Poema del mar que sólo yo miro: Ahora que tus ojos me vieron a los ojos, / por vez primera, / como viniendo de un larguísimo y prolongado viaje, / sentí que tu cansancio, / tu bostezo de mar, / de luna en calma, / había encontrado al fin su puerto ansiado. // Y es que desde tu mar aminótico asomaste, / empupiladamente, / sin más costa que ver que estos mis ojos. // De acuerdo: / dejémosle un poquito de mar a los demás. / Que piensen que Sofía también los ha mirado.
Poemas y relatos, de Matilde Rangel (2000)
Este libro compila, por una parte, su poesía, inédita hasta entonces (el libro aparece cuando la autora atenía 83 años), gestada desde la juventud. Su poesía primera es de un tono desgarrado, donde el dolor, el vacío, la ausencia y la muerte son algunos de los temas más frecuentados. Una poesía que, a decir de sus editores, nace de la soledad “como una voz angustiada que necesita comprender su propia vida”. Las secciones de este primer apartado son: “De mis soledades vengo, a mis soledades voy…”, “Ese viejo dolor empecinado, “Este ancestral bagaje”, “Poemas de mis veinte años” (donde hay esbozos de sus primeros amores), “Semblanzas” (donde se registran algunas presencias amadas como su hija, su sobrina y sus nietos, y donde el tono se vuelve alegre y esperanzado) y “En un rincón del mundo”. Hay que decir, sin embargo, que su poesía es bastante mejor: no descuella entre las otras mujeres que en su generación también escribieron poemas y adolece de algunos defectos.
La otra mitad del libro lo conforman relatos en los que la autora tiene mejor solvencia literaria. “La feliz historia de la familia Solís” es un largo relato (casi cien páginas), que narra las peripecias de varios personajes de una misma familia a lo largo de dos generaciones. Hay en este relato una fina ironía que recuerda en algo a la cuentística de Rosario Castellanos y en donde lucen las dotes de historiadora de la autora. Finalmente, “Los cuentos de la rana sabia” compila dos de los cuentos de la autora que aparecieron en la publicación homónima que un grupo de profesores universitarios emprendió en los años setenta. De estos dos cuentos, “El espejo delato” es el mejor.
La autora nació en la ciudad de Guanajuato en 1917. Luego emigró a la Ciudad de México donde estudió Historia en la UNAM. Estuvo luego fuertemente vinculada a la Universidad de Guanajuato, donde fue profesora durante cuarenta años y cofundadora de la escuela de Filosofía y Letras.
Nahuales, de Rolando Rosas Galicia (1999)
En este poemario, el autor continúa con la trilogía conformado por los libros En alguna parte ojos del mundo (1980) y el Quebrantahuesos (1986) donde se recrean mitos, personajes y ambientes de una geografía rural. En Nahuales se nos acerca a las intimidades de un niño “que mira el derrumbe doloroso de su padre, la agonía y la muerte del abuelo y los asesinatos de otros seres queridos”.
Los editores destacan el ojo de mirón del autor, además de su manejo del lenguaje, en que los dolores, los perfumes y los sonidos animales acompañan el ritmo. Naguales es “recuperación de las cosas que el olvido oculta con su máscara de tiempo. Reconocimiento. Porque cada quien carga a su nagual y a veces no lo sabe. ¿O es al revés?”, nos dice la contraportada.
El autor (D.F, 1954) estudió la maestría en Letras en la UIA. Es autor de los libros Perversa flor (UACH, 1992), Herida cerrada en falso (UAQ, 1992) y Caballo viejo (UNAM, 19954), entre otros. Ha obtenido, entre otros, el premio Hugo Gutiérrez Vega en 1990, Premio Nacional de Poesía Olga Arias 1992 y el Efraín Huerta del Instituto Estatal de la cultura de Guanajuato en 1998, con el poemario que ahora nos ocupa.
Del libro compartimos ese poema.
Si duele el ansia, mátala.
Sin miedo toma el hacha filosa.
Golpea, asesta al cuello. Luego
separa todo indicio de agua tierna.
Si un niño mirara tu acto, enséñale.
No pierdas tiempo. Escapa.
Expansión de las cosas infinitas, de Juan José Macías (2006)
En este poemario autor descarga muchas ideas en pocas palabras bajo la premisa de escribir “para que el mundo se sostenga / para descargar a las palabras / del agobiante peso del sentido”. Son ideas que al momento de ser leídas mascullan un posible significado, y al volver a ser leídas ya son otras; el lector también acaso se siente ser otro después de cada acercamiento con ellas. Se trata de asociar las palabras para acercarnos a las cosas del mundo y descubrirlas siempre nuevas. Porque “todo se mueve aun en las palaras / ni siquiera el sentido / se fija a la escritura”.
Este libro mereció el XVI Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta, estando el jurado integrado por Rocío Cerón, Hernán Bravo Varela y Dionisio Morales. Su autor (Zacatecas, 1960) ha publicado Sensualineal (Premiá, 1989) y Ânima ascua (Universidad autónoma de Zacatecas, 1994), entre otros libros de poesía. En 1993 ganó el Premio Nacional de poesía Ramón López Velarde.
Del libro compartimos el siguiente poema:
acota con un poco de tiza
cualquier lugar inexplorado
enseguida sitúa
con orden y una pizca de azar
un letrero precautorio
ahora en él crece un jardín
del que dios a nadie expulsará
no podrá hacerlo
a menos que invente otro principio
que vuelva a crear el mundo
El refrán. Su estructura y su sabiduría de Teresa Betancourt y Ana María López (1999)
Este libro se construye a partir de una investigación de campo por la que fueron recopilados cientos de refranes en la ciudad de Guanajuato, a en la década de los noventas. De algunos de ellos se hace un análisis atendiendo al metro, la rima, las metáforas y otras figuras retóricas, etc., con el fin de comprobar su valor poético. Los refranes compilados se agrupan en grandes categorías temáticas, y se ofrece una interpretación del sentido de cada uno. Una descripción del contexto, de la metodología de la investigación, así como una monografía sobre refrán como elemento importante de la tradición oral, introducen a la compilación.
Se le encuentra en la biblioteca Central, del Depto. de Leguas, del Depto. de Estudios de Cultura y sociedad y del Depto. de Estudios Culturales de la Universidad de Guanajuato.
La cultura popular en Guanajuato deLilian Scheffler (1987)
Inspirado en la creación y recreación espontanea del pueblo guanajuatense de sus propias tradiciones, trasmitidas de generación en generación por medios no institucionalizados, este libro se centra en la cultura popular del estado de Guanajuato y más particularmente de la capital de éste. Se hacen referencia a distintas fiestas populares, artesanías, cuentos infantiles y relatos. En cuanto a la tradición oral se rescatan varias importantes leyendas y “sucedidos” de la capital, bajo los siguientes títulos: “La cueva de San Ignacio”, “La llorona”, “La momia de la mujer infiel”, El milagro del señor de Villaseca, “El callejón de la Cabecita”, “El callejón del Tecolote”, El callejón de la Buena Muerte, “La plaza de los Carcamanes”, “El pípila”, “El ahorcado” y “José Carpio, ‘El Cantador’”.
Se le encuentra en la biblioteca Central, del Depto. de Estudios Culturales, del Depto. de Estudios de Cultura y Sociedad, de la Sede Valenciana y de DCEA de la Universidad de Guanajuato.
A ojo de pájaro de Ma. Teresa Pomar (2008)
Este libro parte de la idea de considerar el arte popular como parte importante del patrimonio cultural, portador no sólo de valores etnográficos o folclóricos sino también estéticos: obras de arte hechas el pueblo para su propio disfrute del mismo y expresión de su sensibilidad, con dominio del oficio, capacidad de abstracción y sentido de pertenencia a un grupo. Excelentes láminas perfectamente coloridas nos van mostrando tejidos, juguetes, utensilios y otros artefactos que por su belleza harán las delicias de los amantes de las artesanías típicas de la región.
El libro cuesta 60 pesos y puede conseguirse en los canales de distribución de la editorial, así como en su página web.
El guerrero, la doncella y otras estatuas, de Jeremías Ramírez Vasillas (2014)
Este libro, que mereció el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández 2013, es un cuerpo narrativo heterogéneo, que incluye minificciones, cuentos y una novedosa manera de contarnos una historia por medio de notas al pie; todo parece agruparse en torno a la obsesionante imagen de las estatuas, esas oscuras representaciones que desde siempre han producido la fascinación humana. Convocados en torno a una estética del pastiche, somos partícipes insustituibles (acaso no meros espectadores) de escenas que nos proveen de todo un abanico de sensaciones: inquietud, asombro, risa, horror, ternura, expectación, piedad, entre muchas otras; constelación que, de pronto y sin aviso, es invadida por el ámbito de lo maravilloso inabarcable, que prevé su propia lógica, y a cuyas prerrogativas no nos es posible sino someternos. Es posible que, así, se quiebre en el relato toda idea preconcebida de la tensión entre sueño y vigilia, así como de la realidad temporal y espacial de este mundo de los objetos que tan petulantemente creemos conocer: violencia de la maravilla que quizá no sea más extraña e increíble que el propio universo en su totalidad.
Casa en ruinas, de Arlette Luévano (2007)
Sobre este libro, que mereció el e Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2006, se lee en la contraportada: “Ocupamos un espacio; nos habituamos a él; no importa que la vida nos lleve a apartarnos, crece en nosotros la necesidad de regresar. La casa puede representarnos un refugio; por qué no, nuestra prisión; el lugar, quizá, donde habremos de terminar nuestros días. Los mejores o peores recuerdos la habitan. Podemos estar o no en ella para revivirlos o presenciar el anidamiento de otros. Casa en ruinas es ahora el conjunto de palabras que remueve en nosotros lo cotidiano, la convivencia diaria, un poco rutina, pero vital, en ese espacio.” Pero dejemos que sea su poesía la que hable por sí misma.
En la última carta que escribí a mi madre
no sé cómo
con qué signos
pero le hablé del árbol que plantamos
No espero una respuesta
si acaso yo pudiera desear algo sería
una foto suya
Pero le hablé del árbol
y de su gris contorno contra el cielo
de la bondad con que calla
de la amargura con que se va dejando mori
y mi instinto me dice
él que siempre me responde aunque no lo espere
que por la tarde
dentro de algunos meses
mi madre tomará la carta
y sabrá
de toda la desesperación
con que la extraño
Historias de sueños y señales, Lirio Garduño-Buono (2013)
Fiel a la idea expresada en esta obra de que los sueños deberían pertenecer a todos y ser patrimonio de la humanidad, Lirio Garduño-Buono nos ofrece en este libro la oportunidad de adentrarnos a su sueño lúcido, dirigido: un mundo poblado de maravillas en donde extrañeza y gracia conviven fraternalmente, en el que cada historia es una señal del poder ilimitado de la fantasía, y donde el niño curioso podrá encontrar un espacio lúdico creado a la medida de sus intereses. En este sentido, las bellas ilustraciones que acompañan las palabras potencializan la experiencia de quien ha descubierto ya en la lectura un goce rico en matices.
Alas de mariposa, deMónica Toth (2013)
Alas de mariposa es un viaje al sorprendente universo de las mariposas monarcas, esos diminutos seres que han habitado este mundo desde la prehistoria y que vencen enormes distancias con sus alas, dándonos una lección de vida. Viajamos en este libro a través del tiempo y el espacio siguiendo las aventuras y peripecias de Papalote, un explorador del cosmos ávido de conocimientos que va tras el misterio de las alas de las mariposas, con el fin de hacerse con él un nuevo vehículo espacial. ¿Lo logrará? Está en el joven lector descubrirlo bajo su propio riesgo.