A VECES
A veces la lluvia
algo murmura,
pero su voz se fractura en los espejos de la calle
no habla del color de las aves,
ni de sus alas de aire
tampoco del amor que nos preocupa un siglo
porque algo tiene de presagio o desamparo.
Habla de parajes deshabitados,
de sombras que transitan las miradas.
ALGUNA VEZ
No sé nada de esta lluvia
ni del último equinoccio,
acaso de los trenes que asoman repentinos.
Reconozco en mí la ruta del suicida
los espejos de un octubre incierto.
Alguna vez una mujer soñó a mi lado
y un vuelo de gaviotas desveló mi asombro
Hoy es el amor un pretexto absurdo
para escribir la tarde.
No sé nada de esta lluvia
tampoco de la cal en mi garganta.
Escasamente sé que es viernes
y le faltan días al calendario.
CIERRO LOS OJOS, MUERE LA TARDE
Llueve sobre las prisas
de calles y paraguas impermeables.
Pides dormir
y tu voz es un gorrión
aleteando a mis espaldas.
Un grito arrebata
la sensación de hormigas
que alojo en tus entrañas.
Caen nuestras manos
como poesía deshojada.
Morimos en el grito
y el espasmo.
Cierro los ojos, muere la tarde.
Estás en la liturgia
de mi palabra enamorada,
en la piel del muro
y en la voz del aire.
Detrás del párpado
la noche es un espejo interminable…
HAY ESPEJOS
Hay espejos que reflejan el dolor
pero hay espejos que no reflejan nada,
son superficies que niegan el ser,
como si las líneas de la muerte
resbalaran por abismos insondables.
Es como si volvieras a las sombras
que pisaste ayer
y te encontraras con un muro
de piedras desgastadas.
INSOMNIO
Un perro ladra lastimero.
Las casas yacen
hostigadas por el filo de la noche
como animales malheridos,
ajenas a su historia.
Un concierto de grillos
echa raíces en mi almohada.
Algún día te irás de mi vida,
insomnio pasajero.
y ya nadie se opondrá
al sueño eterno.