Ceniza como la risa del viento es el último poemario, publicado en 2018, de J. Luz Sierra Enríquez, poeta guanajuatense quien en 2008 publicó el libro Palabrerío, un rimero de palabras. Ahora nos sorprende con un nuevo título en el que comparte con el público esa necesidad vital que tiene de aprehender la vida, recrearla y trasmitirla por medio de la palabra poética. Desde niño, desde que aprendió a leer, cuenta el autor, ha usado la escritura para salir de su realidad y al mismo estar más consciente de sí mismo.
Ceniza como la risa del viento es una serie de poemas en verso y prosa, que dan cuenta de una realidad poética interior escindida por la pérdida de los seres queridos y el amor, de la propia conciencia de la existencia como algo completo. Para el poeta, esta obra simboliza el cierre, la etapa final de un duelo por estas pérdidas y un deseo manifiesto de continuar el rumbo de la vida.
El poeta asume su condición sensible y su impulso al verso como una adversidad (“Me duele mi gracia”), pero, al final, esa gracia terrible es la que le permite cantar con añoranza, nostalgia, melancolía o franco dolor las presencias ausentes que dan nombres concretos al duelo. Es un poeta crepuscular, emocional, que se asume desquerido, adolorido, de los que llegan tarde al amor, en su pena solo, Y es que es bien sabido que el amor duele… y “la mujer duele más que el dolor”. Es acaso la suya sea una poesía de medianoche, que algo tiene de aullido; y mucho de tierno, por cuanto desnuda su corazón y lo expone en su infancia original.
Inspirado por figuras totémicas como Safo, Baudelaire. Sabinas, Catulo, Horacio, a quienes menciona en sus poemas, el poeta ensaya su particular forma de concebir la poesía: algo que se constituye entre lo desesperado y lo estrictamente necesario, pero de cualquier forma honesto, una simple condición del ser, a lo sumo acaso simplemente humano y por tanto verdadero. Porque, ¿qué es más cierto que la necesidad de pronunciarse ante el dolor?, si la vida es, a fin de cuentas, como nos dice el poeta, “una lágrima”.
Lejos de este mundo de duda y ansiedad, el poeta intuye el cielo donde habremos de reencontrarnos con las presencias amadas, y volveremos a departir con ellas unos alimentos sagrados y un mismo amor limpio y traslúcido. Intuye la compensación en un perfecto círculo de bondad donde la familia volverá a estrecharse y la promesa divina será cumplida. Por eso, en los últimos poemas la esperanza queda bien inscrita. Si bien somos sombríos y quizá disfuncionales, podemos erigir para nuestra vida un camino: ese camino lo abre en su caso el trabajo, el apego a la belleza que nos queda, la poesía… el mismo amor que resurge con nuevas fuerzas.
El poeta ha publicado también en la antología Aire del Bajío, un acercamiento a la nueva poesía guanajuatense, así como en diversos en varios periódicos y revistas de la región. Entre los poetas del estado admira a Efraín Huerta, Herminio Martínez, Baudelio Camarillo, Alejandro Olvera, Martín Campa; y entre los del panteón consagrado, además de los que ya se mencionaron, a Antonio Machado, Salvador Diaz Mirón (quien fue determinante en su etapa adolescente), Pablo Neruda y los llamados poetas malditos. Al mismo tiempo, se ha dedicado al profesorado de Matemáticas a nivel universitario, así como a la administración en instituciones educativas y al comercio. Lamenta que el apoyo a la literatura en su municipio, Juventino Rosas, sea nulo. Como profesor, le ha interesado que los jóvenes lean y está seguro de que la poesía es un medio de expresión y manifestación artística muy eficiente, capaz de canalizar las inquietudes inherentes a la juventud, de que “existen autores para todos los gustos y para todas las emociones juveniles”, por lo que también ha coordinado actividades literarias para ellos.
Quedan pocos ejemplares disponibles de este libro, por lo que se recomienda, si es de su interés tenerlo, ponerse en contacto al Facebook del autor: J Luz Sierra Enríquez.