Originario de La Piedad, Michoacán y avecindado en la ciudad de Guanajuato desde 1999, Luis Samaguey (1966 ) es Licenciado en Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato y pasante de la Maestría en Pedagogía por la Escuela Normal Superior Oficial de Guanajuato, en donde ha venido desempeñándose como docente desde el ciclo escolar 2003-04. Fue editor de El Granero.Semilla Cultural, boletín del Museo Regional de Guanajuato
“Alhóndiga de Granaditas”, y de Flecha y Espejo, periódico de creación literaria de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato. Ha publicado poemas, cuentos y artículos en diversas revistas de circulación regional; la participación más reciente fue en la revista independiente Cosido a mano (2016), de León, Gto. En el 2005 publicó su poemario Cronología de los insatisfechos y, en el 2007, formó parte de la Colección: Escritores de Guanajuato… nuestro patrimonio, con el cuento “Como entre sueños”, ambos editados por la Dirección Municipal de Cultura de Guanajuato.
¿Cómo fue tu experiencia como editor de El granero?
Fue mi primera incursión en el mundo editorial y estuvo llena de aprendizajes, como seleccionar, revisar, ordenar y preparar el material escrito y gráfico. Todo el proceso creativo constituyó una aventura, desde el nombre, el logotipo, las secciones, la selección del color y tipo de papel. Fue un proceso que, con el pasar de los números, fui descubriendo y comprendiendo. Trabajar para el Museo Regional de Guanajuato Alhóndiga de Granaditas y contar con el apoyo de las autoridades y los compañeros que, sin tener experiencia como escritores de artículos, se aventaron al ruedo totalmente comprometidos, permitió que la publicación se consolidara en poco tiempo. Algo que, en ese momento, llamó mucho la atención fue el formato, pues era muy accesible y fácil de leer. Era una publicación que se distribuía gratuitamente y mucha gente iba a solicitar su boletín, incluso nos pedían que les guardáramos uno porque los estaban coleccionando, decían. De eso hace veinte años y todavía me sorprendo del impacto que logró y de que haya personas que lo recuerdan y que los tienen guardados como algo valioso.
- ¿En qué revistas has colaborado?
En realidad han sido solamente tres: Flecha y espejo, de la entonces Facultad de Filosofía, Letras e Historia de la Universidad de Guanajuato; Paréntesis, de la Escuela Normal Superior Oficial de Guanajuato, y Cosido a mano, del Instituto Cultural de León.
- ¿A 16 años de tu poemario Cronología de los insatisfechos, cómo lo visualizas ahora?
Tengo sentimientos encontrados. Por un lado, lo veo como un gran logro personal, pues representó el momento en que me convencí de que tenía algo qué decir y que podía encontrar la forma de canalizar discursivamente mis inquietudes poéticas; además, fue una señal de que venir a radicar a Guanajuato y retomar mis estudios a los 32 años había sido la mejor decisión de mi vida. Pero ya hablando del valor literario de esos intentos de poema, creo que hay mucho de ingenuidad literaria en ellos; incluso, considero que varios no estaban lo suficientemente trabajados como para darse a conocer. Pero sin lugar a dudas son parte de mi historia y, por supuesto, hay algunos que me siguen llenando de orgullo.
- ¿Cómo te describirías como poeta?
Partamos de que no me considero poeta, sino un intento de poeta. Es un asunto aspiracional solamente. Amo la poesía, aunque no estoy seguro de que yo sea un buen canalizador de la misma. Cada vez que me llega una idea y comienzo a escribir, me asaltan las dudas y casi siempre sufro el proceso creativo, aunque es un sufrimiento que disfruto con una pizca de masoquismo. Mi problema es que racionalizo mucho el quehacer poético. No sé si quienes me leen se dan cuenta de ello, pero trato de esconderlo muy bien entre los versos para que no sea llamativo. En mi caso, la poesía es algo que no puedo dominar, quizá de ahí mi apego, y todavía no encuentro el modo de darle vida con palabras, al menos no de manera consciente. Y conste que no es falsa modestia, porque quienes me conocen saben que no soy nada recatado con los autohalagos.
- ¿Cuáles son los temas que exploras en tus cuentos?
Las inquietudes, los sueños, las dudas y el asombro juveniles ante el descubrimiento de las complejidades de la vida fueron los temas que abordé en mis primeros cuentos. Con el tiempo, la temática que manejo gira en torno a los temas sociales, y trato de abordarlos con diversos enfoques, como el humor, el suspenso y lo sobrenatural.
- ¿Qué es lo que más te gusta de enseñar a jóvenes?
Atestiguar la transformación de mis estudiantes, futuros docentes de secundaria. Cuando aprenden, cuando entienden algo nuevo o descubren algo que no sabían que era de esa manera; eso me motiva, me hace sentir feliz y satisfecho. Mi trabajo en la Escuela Normal Superior Oficial de Guanajuato me da una sensación de misión de vida: la de convertirme en un agente de cambio en el ámbito educativo y social con mi quehacer cotidiano, colaborando activamente en el crecimiento personal y profesional de cada uno de los estudiantes que atiendo. Ver cómo van ampliando su visión de mundo y cómo van adquiriendo herramientas para entenderlo y enfrentarlo. Busco también influir en sus principios y valores hacia su persona, la sociedad y el entorno ambiental… claro, desde mi perspectiva, aunque respetando su individualidad, lo cual parece una contradicción, ¿verdad? Trato de que desarrollen algunas habilidades sociales como la tolerancia, el respeto por las ideologías, opiniones, valores y tradiciones de los demás, el aprecio y respeto por las diferentes manifestaciones culturales, artísticas, religiosas, étnicas, etc.
- ¿Qué materias impartes como profesor?
Principalmente las relacionadas con la literatura, la lingüística y su didáctica, como Lenguaje y Comunicación, Textos Narrativos y Poéticos, Literatura Universal, Hispanoamericana y Mexicana, por mencionar algunas. Además, también atiendo algunas relacionadas con la formación docente.
- ¿Qué es lo más difícil de ser profesor en estos tiempos? ¿Cómo enfrentaste la pandemia en relación con tus clases?
Hablando específicamente de los tiempos covid, los docentes hemos enfrentado una excesiva carga laboral, sobre todo de índole administrativa, que casi no se ve y que, por lo mismo, no se reconoce. También hemos tenido que averiguar cómo enseñar en línea y muchos hemos tomado cursos para mejorar nuestras capacidades y prepararnos para dar clases virtuales, lo que aumentó considerablemente las horas que dedicamos a la profesión. Personalmente, lo que más he sufrido es la falta de interacción directa, en persona, en vivo, con los estudiantes. Para mí, una parte nodal de la profesión docente es el reconocimiento del ser humano con el que nos relacionamos con una intención educativa, y eso se pierde ante las cámaras apagadas, la falta de participación y los problemas de conexión.
- ¿Cuál fue tu tema de tesis como licenciado en Letras Españolas y qué conclusiones llegaste?
En ese tiempo ya estaba trabajando en la ENSOG, así que me aventé con un tema de enseñanza: “La escritura del ensayo académico en el área de acercamiento a la práctica escolar”. Diseñé e implementé una propuesta didáctica para desarrollar el lenguaje escrito de los estudiantes. Entre los resultados destaca que la escritura no tiene por qué ser objeto de estudio de una asignatura o una especialidad en específico, sino que debe asumirse como una tarea común. Los resultados sirvieron para justificar la necesidad de redefinir el rol del docente normalista, para que sea capaz de intervenir y transformar poco a poco, pero de raíz, su práctica profesional, donde el desafío consiste en hacer aprender, más que enseñar.
- ¿Cuáles son tus obras literarias favoritas?
Las novelas que más influyeron en mí fueron las que leí en mi juventud y, quizá por eso, son a las que les tengo más cariño. Las buenas conciencias, de Carlos Fuentes (que, por cierto, fue la que me trajo a Guanajuato); Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante; Rayuela, de Julio Cortázar, El siglo de las luces, de Alejo Carpentier, y Confesiones de una máscara, de Yukio Mishima son cinco de las más importantes para mí.
- ¿Sigues escribiendo? ¿En qué proyecto escritural trabajas en estos momentos?
Tengo tres proyectos, dos de poesía y uno de cuentos. Los de poesía son los que van más adelantados. En uno estoy integrando poemas dedicados a las mujeres de mi vida: familiares, amigas y compañeras que me han aportado algo; se va a llamar Orbitando lunas. El otro ya casi está listo y contiene poemas más reflexivos y hasta filosóficos; se titula El reflejo del cometa.
- ¿Cuáles son tus poetas muertos y vivos favoritos?
En cuanto a la poesía, la obra de autores como Efraín Huerta, Pablo Neruda, Jaime Sabines, Miguel Hernández y Mario Benedetti es lectura recurrente para mí. Como ven ya todos forman parte del panteón literario. Cada vez que necesito recargar pila, tomo uno de sus libros y ejercen un poder sanador sobre mí. ¡Acabo de darme cuenta de que no tengo ningún poeta favorito entre los vivos! ¡Tengo que actualizarme!
- ¿Cuáles son los poetas guanajuatenses cuya lectura te ha estimulado?
El que más me gusta es Efraín Huerta, al cual comencé a leer también en mi juventud, y me descubrió un discurso lleno de ingenio y con un vocabulario coloquial que, en ese tiempo, yo no sabía se podía utilizar en literatura; le sigue Juan Manuel Ramírez Palomares, cuya poesía me parece cercana al lector, sin estridencias ni grandilocuencias, pero llena de una cotidianidad que llega a espantar, pues tiene el poder de revelarnos partes de la vida en que no habíamos reparado.
- ¿Qué opinas de la escena literaria de la ciudad de Guanajuato?
En verdad no estoy muy enterado ni me muevo en ese círculo. Los acercamientos que tengo son a partir de mi trabajo como docente, pues a través del Instituto Estatal de la Cultura, cada semestre contactamos escritores regionales para que presenten su obra a los estudiantes de la ENSOG y platiquen su experiencia literaria con ellos. Algunos de los que nos han acompañado son Luis Felipe Pérez Sánchez, Aleqs Garrigóz, David Eudave, Bernardo Govea, Ariadna Aragón, Sandra Carrazco e Imanol Caneyada. Todos nos han apoyado en la formación literaria de los futuros docentes. En ese sentido, creo que los escritores activos están muy comprometidos con la difusión de su obra mediante el acercamiento con sus lectores.
- ¿Qué estás leyendo en estos momentos?
Una novela de Ricardo Osman que se llama El club del crimen de los jueves, que me regaló una amiga para mi cumpleaños. Es un texto que combina humor y crimen, lo que no es muy común, pero por eso mismo me está resultando muy atractiva. Los personajes me parecen bien construidos y muy carismáticos. Tiene un planteamiento inteligente y hasta ahora la investigación criminalística es muy entretenida y divertida.
- ¿Tienes hábitos, manías o rituales para leer?
No, en realidad. Quizá lo único es que siempre tengo un lápiz en la mano mientras estoy leyendo para ir dialogando con el texto: hago preguntas, comento las situaciones, subrayo ideas o expresiones atractivas. Puedo leer en cualquier sitio, sentado, acostado, de día, de tarde, de noche, en el calor, en el frío, con lluvia o con sol, con o sin ruido. Soy un lector todo terreno.
- ¿Cuáles son los pedagogos que te más te han influido?
John Dewey y Howard Gardner. Del primero, me llamó mucho la atención su idea de que solamente a través de la educación se puede llegar a conformar una verdadera democracia y, para ello, es necesaria una opinión pública responsable e informada. Del segundo, su famosa teoría de las inteligencias múltiples, que revolucionó la didáctica en su momento, al ver la necesidad de adaptar las acciones docentes a las características de los estudiantes.
- ¿Qué editorial publica Voces y murmullos. Cinco acercamientos al quehacer poético, antología que coordinaste, y dónde se puede conseguir?
Voces y murmullos es un poemario que se concibió para presentarlo a la editorial del SNTE, en el Fondo Editorial del Magisterio. Fue aceptado y se hicieron todos los trámites y gestiones correspondientes, pero fue pasando el tiempo y no llegó a publicarse. Todos los poemas fueron escritos por docentes, unidos por la voluntad de vivir la experiencia creativa de los grandes autores que conocen y admiran, gracias a su afición por la lectura. Como ya teníamos la antología, decidimos editarla nosotros, con nuestros recursos, sin el apoyo de ninguna institución. La mayoría de los ejemplares fueron obsequiados por los autores a familiares, amigos y estudiantes, por lo que se agotaron rápidamente.
- ¿Cómo diagnosticas las habilidades escriturales y de lectura en la juventud guanajuatenses?
Tomando como referente a los jóvenes que me toca atender en cada nuevo ciclo escolar, he de reconocer que la gran mayoría no ha desarrollado suficientemente sus habilidades básicas para la comunicación oral y escrita, así como de razonamiento verbal, principalmente en el ámbito académico formal. Sin embargo, creo que la principal responsabilidad es del sistema educativo, incluidos nosotros los docentes, por supuesto, pues los jóvenes son excelentes comunicadores en el ámbito personal informal.