José Alfaro es un artesano guanajuatense que, habiendo estudiado Filosofía y dedicádose muchos años a la venta de libros y películas de arte, incursionó en el mundo de la orfebrería. Trabaja principalmente el cuarzo, las piedras, los minerales, los metales (reciclados o no) y el cuero, en técnicas tradicionales y experimentales. Si bien su trabajo abreva de patrones ya clásicos usados por muchos artesanos que exponen en ferias y venden su trabajo en las calles, le imprime su toque particular en una infinitud de posibilidades. También tiene diseños propios y exclusivos que han nacido de querer innovar y mejorar la propuesta artística de sus trabajos. Sus especialidades son aretes, pendientes, aros, pulseras y collares; pero también hace pequeñas piezas de arte, únicas, combinando diversas formas estéticas y “de protección” como la geometría sagrada.
Su trabajo se nutre del repertorio de símbolos, detalles y patrones de diversas culturas, principalmente mesoamericanas, sudamericanas y norteamericanas, combinados con un sentido ecléctico, a la vez que se enriquecen de elementos compartidos por otros compañeros del gremio artístico. Los minerales que usa provienen generalmente del continente americano pero también de Asia. Suele apoyar a otros pequeños productores con la compra de sus insumos, aunque también recurre a tiendas especializadas cuando es necesario.
Confiesa ser autodidacta ya que, dice, no hay escuelas donde puedas aprender el oficio de este tipo de artesanías. El apoyo otros artesanos nobles, de los cuales ha podido aprender y orientarse, ha sido decisivo. A través de la interacción callejera cercana ha podido hacerse de escuela y mejores bases, sobre la marcha de la creación. Otra parte de su formación la debe a la investigación en tutoriales. Tiene su taller en casa, con herramientas simples, muchas de uso doméstico. Cuando se sienta a trabajar se impone un ambiente de armonía, fortaleza, paz y tranquilidad para poder “vibrar alto”, sentirse gustoso, y poder trasmitir energías positivas a los portadores de sus piezas. Alfaro piensa que las principales virtudes que debe tener un artesano son la paciencia y la constancia. La creatividad viene a suplir a estas otras cuando el artesano emplea el ingenio y la sabiduría para imprimir destreza. Este trabajo lo ha llenado en lo espiritual. Piensa que trabajar con las manos y la energía es un don de vida por el que está muy agradecido. Al compartir sus creaciones con otros se completa la ecuación.
Vende en la calle, directamente al cliente, principalmente es sitios turísticos. Además tiene una cartera de clientes semifijos. Otra forma de obtener clientes es el mangueo, que consiste en abordar directamente a las personas en la calle y enamorarlas con las piezas artesanales. Las redes sociales (Facebook, Whatsapp) también son formas de dar a conocer y exponer su trabajo. Aproximadamente un 70% por cierto de sus compradores son nacionales o locales; el resto, extranjeros. Ha tenido el gusto de que le han enviado fotografías clientes satisfechos y felices desde otros países como Argentina, España o Japón, incluso influencers y personalidades; así como la sorpresa de reconocer su trabajo en otras latitudes y hasta en la televisión. Eso lo enorgullece. También puede hacer trabajos sobre pedido, aunque prefiere hacer los ajustes personalmente con el comprador. Por ello gusta de hacer viajes a diversas partes del país de manera regular.
Aunque no todo es fácil en el mundo de la artesanía. Si bien las dificultades son pocas, siempre es un dolor de cabeza lidiar con los reglamentos municipales y con la represión policial, con el amañamiento de las condiciones que se ponen en los puntos de venta. Afortunadamente, por lo general puede trabajar pacíficamente en las calles de la ciudad de Guanajuato; y casi siempre puede escoger el lugar de trabajo que más le acomode.
Él piensa que el papel del artesano en la aldea global es el de una persona que trasmite saberes ancestrales, arte, amor, nobleza y otros valores esenciales para la construcción de una sociedad saludable. Alguien que aprecia y respeta la diversidad de las culturas y la colectividad.
Sus piezas son de una gran fineza intuitiva; y ostentan diversos grados de elaboración: desde las piezas esenciales, sencillas y de aires primitivos, hasta las más sofisticadas, con detalles y aplicaciones en conjuntos armónicos de cierto barroquismo. Las composiciones juegan con los colores y los matices, buscando el equilibrio en la composición y el realce de la belleza de los propios elementos y de la persona. Los azules celestes y marinos; los amarillos solares y fogosos; los rojos sanguíneos y carnales; los morados frutales y apasionados… cada uno con una tonalidad irrepetible, originada en el seno de la tierra. Piedras y metales que atesoran y trasmiten la luz, las fuerzas telúricas enigmáticas de la naturaleza, trabajados por manos atentas, con esmero, dedicación y entrega. Espirales, círculos, pétalos, fractales y otras formas que guardan patrones cósmicos de generación, arquitectura mágica: arquetipos de arcaicas reminiscencias y permanentes significaciones. Los dejamos con una galería de trabajos.