Andanzas y remembranzas en León es el nuevo libro de la Red Estatal de Tertulias Literarias Guanajuato, que en su capítulo León ha decidido llevar a cabo este proyecto antológico y editorial en el que participan catorce plumas diversas en torno al tema común del espacio citadino compartido. Será presentado hoy a las 7 de la noche en la página de Facebook del Capítulo León (así lo encuentran en la red), a través de Facebook Live.
Es conjunto de textos, que incluye crónicas, notas históricas, poemas y narraciones, aglutina diversas maneras de apropiarse de la ciudad de León desde la palabra y la evocación vívida que va del gozo a la nostalgia y viceversa.
Aquí los lugares emblemáticos de la experiencia humana cifran notas de emoción y reflexión que configuran asideros para la reconstrucción del paisaje simbólico de una ciudad que ha ido cambiado su geografía y sus dinámicas sociales, pero que permanece como causa y depositaria de la vida honrosa y la cultura que se trenza alrededor de ella en forma de usos, lenguaje, creaciones y mitos. Se trata asimismo de una constelación de hitos personales que dan cuenta de una diversidad de formas en que los paisajes urbano y humano construyen un derrotero afectivo para transitarlo por medio del cuerpo y la voz.
Son privilegiados en este conjunto los tonos celebratorios, pero también los añorantes de pasados que dejaron su impronta en la personalidad y el devenir de los habitantes-escritores que recuperan, de entre la maraña de la historia personal y colectiva, ciertas calles, nombres, sucesos y tramas de subjetividad que articulan mapas sentimentales y críticos para reconocer, en el presente continuo, lo permanente, lo que incluso con el paso de los años quedará incólume en la memoria.
Las narraciones devienen entonces espejos y fuentes de conocimiento, en que los personajes singulares, las cotidianidades selectas, y el tiempo mismo son artículos de fe y el comienzo de nuevas disposiciones de sentido y realidad.
De igual modo, los poemas compilados se afianzan en la recreación de lo singular que hace del orbe un nicho señalado para resignificar el pasado y para vivir una actualidad más plena dotada de cualidades rescatadas del olvido. En este flujo, aparecen referentes que un lector de la ciudad puede reconocer fehacientemente, pero que un lector de otras latitudes puede bien representarte por esa raigambre de vitalidad y de canto y apelación a las pequeñas maravillas que nos va deparando a todos el asumir el día a día.
Leer la ciudad es volverse artista. Porque la ciudad, con sus espacios particulares, con sus ritmos propios y sus detalles que escogemos o nos han escogido, y que nos hablan directamente, recrea siempre en nuestro pensamiento y en nuestro sentir un cúmulo de significados que se articulan en un organismo plurivalente, como una pintura de tonos que pueden ser contradictorios, pero que dan la cifra exacta de un momento único de la luz. Como una armonía de sonidos que, entre el ruido de lo deleznable, componen una pieza de alegría que nos remite esencialmente a nosotros mismos, a nuestra condición de habitantes del mundo, lo que a la vez nos repite que, caminantes siempre, solo podemos tener raíces provisionales.
Esta provisionalidad se a anuda y resplandece precisamente en el terruño, donde está el hogar, donde hemos estudiado las primeras letras, a donde venimos a completar nuestra formación, donde hemos construido comunidad y han crecido nuestros hijos, de donde no queremos partir, y donde están nuestros muertos y nuestros vivos.
Así, este libro da testimonio de una comunidad de autores que, a través de la letra proyecta la suerte de aludir a que ese espacio compartido es uno que no sólo da para vivir, sino que da para mucho más: para una constelación de páginas honestas, nacidas del amor y de la seguridad que da poder decir: “esta ciudad es mía”.