La tumba del escritor Jorge Ibargüengoitia es un monumento olvidado y abandonado para la mayoría de las personas en la ciudad de Guanajuato. Ésta se ubica en el parque Florencio Antillón, que se caracteriza por dar paso a la Presa de la Olla y ponerse muy hermoso en otoño con sus hojas muertas y su abundancia de narcisos. Los restos se depositan en una bala de cañón contenida en una pequeña columna en cuya parte superior existe una placa de cerámica en mosaicos que dice: “Aquí descansa Jorge Ibargüengoitia en el parque de su bisabuelo, que luchó contra los franceses”.
La tumba data del año 2007, cuando fueron puestos allí los restos del novelista, periodista y dramaturgo, en una ceremonia a la que asistió su viuda, la pintora Joy Laville, el escritor Eugenio Trueba (de quien se rumora que inspiró uno de los personajes de la novela Estas ruinas que ves de Ibargüengoitia) y un diputado del que se dijo que fue el encargado de gestionar la vuelta de los restos del ícono de las letras guanajuatenses a esta ciudad.
El parque fue escenario de los juegos infantiles del escritor. Y fue rehabilitado entre los años 2012 y 2014, con la intensión de dignificar la tumba para hacerla más sobresaliente, según expresó en su momento el alcalde en turno. Esto en el contexto de la celebración de los treinta años de la muerte del ironista, en 2013, en la que participaron diversas autoridades y autoridades del estado. La rehabilitación consistió en hacer la tumba (que había sido ya vandalizada) más limpia y vistosa, poner bancas nuevas y piso nuevo, jardineras nuevas y vallas perimetrales.
Sobre su encuentro con esta lápida escribió el escritor Armando Fuentes Aguirre “Catón”, en el periódico Vanguardia en 2011: “Y veo frente a mí un monumento pequeñito que llama mi atención. Es una lápida, una inscripción tan sólo, hecha en mosaico. Dice esa inscripción: ‘Aquí yace Jorge Ibargüengoitia, en el parque de su bisabuelo, que luchó contra los franceses’.
No puedo evitar una sonrisa. Ignoro si el epitafio lo hizo para sí mismo ese famoso escritor guanajuatense. Parece texto suyo, pues Ibargüengoitia era dado a las cosas del humor, y en esa frase hay algo de humorístico.
Nada se dice del hombre que ahí yace, se dice, pero que no yace ahí; no se menciona su calidad de literato ni se ponen, como es costumbre, las fechas de su nacimiento y de su muerte. Se alude más al bisabuelo que al bisnieto. Parece broma o travesura esta curiosa lápida.”
Y localmente, un entonces joven aprendiz de escritor y amante lector de Ibargüengoitia de nombre Manuel Barrientos López, autor del poemario Muriendo de aire, contó una vez en, en sus paseos por el parque, gustaba de acercarse a la tumba y fumar un cigarro cerca de los restos del autor, como un homenaje personal.
La tumba permanece siempre a la espera de que alguien la mire y e indague sobre el importante escritor para las letras guanajuatenses que descansa en una hermosa zona de la ciudad.