El artista guanajuatense Ernesto Durán es el autor de los siete murales con temática mexicana en los interiores (tres salas, dos pisos: 80 m2 aprox.) del Bar Luna de la calle Tepetapa en la ciudad de Guanajuato. Se trata de retratos artísticos de iconos de la cultura nacional enmarcados en paisaje natural y arquitectónico, así como simbología. El trabajo inició en agosto de 2018 y se proyectó para ser inaugurado como parte de las actividades del Festival Internacional Cervantino del mismo año.
El artista escogió el concepto de los murales y su temática bajo el criterio de seguir y continuar el sentido decorativo del lugar. Durán plasmó en acrílico a Jorge Negrete, Pedro Infante, “el Indio” Fernández, Juan Silveti “el Tigre de Guanajuato”, Tin-tan, Javier Solís, María Félix, Cantinflas, Joaquín Pardave, Jorge Ibargüengoitia, José Alfredo Jiménez, Frida Khalo y Diego Rivera por ser los personajes míticos que dan identidad a la comunidad guanajuatense: cantantes, cantautores, actores, pintores y un escritor que ha hecho reír y llorar a varias generaciones de mexicanos y supieron interpretar el sentir popular del pueblo y alimentar su imaginario colectivo. Durán respeta y admira el trabajo de estos maestros, pues creció inmerso en esta iconografía y ha conocido la pasión con que la gente en casas, calles y cantinas se identifica con ella, en este país y en el extranjero. En este proceso, el artista contó con la colaboración de Fernando Ayala, muralista regiomontano con proyección internacional, quien fue el encargado de realizar el fondo simbólico de los murales con representaciones gráficas inspirados en el arte ancestral de Aridoamérica.
Durán ha sido un entusiasta lector de las novelas de Ibargüengoitia y ha admirado su construcción imaginaria de la ciudad Guanajuato y sus juegos de identidades en donde mezcla la ficción con la distorsión de la realidad, a propósito de la técnica del retrato. Recuerda haberse emocionado con Estas ruinas que ves y Las muertas; y considera magistral su crítica de la realidad social a través del humor, la ironía y la desmitificación. Por lo que para él son importantes los esfuerzos institucionales de los últimos años por poner en relieve el legado del escritor guanajuatense a la cultura y a las letras nacionales.
De Frida Kahlo Durán señala su habilidad para expresar por medio de su técnica maravillosa y surrealista el dolor y el desgarramiento personal “que refleja el corazón vivo de Latinoamérica”; y celebra que su prestigio haya crecido en los últimos años, pese a sus detractores, que más que críticos considera “criticones que se basan en una impresión muy superficial”. Al final, dice Durán, es la colectividad la que la ha elevado a tal lugar, independientemente de su circunstancialidad, por razones de identificación y por proyectar una sensibilidad que es del agrado del público.
A Diego Rivera lo visualiza como uno de los más grandes artistas sociales de la historia de México y resalta su involucramiento con las causas políticas de su época a favor de las masas. Alude a su vena intelectual. Tanto Rivera como Khalo han influido de alguna manera en el trabajo artístico de Durán. Basta señalar que, a su modo, Durán busca continuar la escuela muralística con temática identitaria en la que se inscribe Rivera.
De este modo Durán continúa su proyecto personal de muralismo de interiores y exteriores que ha emprendido en la ciudad de Puerto Vallarta, Monterrey, San Miguel de Allende y Barcelona en bardas, parques, boutiques, joyerías, restaurantes y hoteles (Puerto Luna, Catedral, Oasis, Emperador y Viva la Vida en Puerto Vallarta, los cuales permanecen) a través de la cual interpreta la necesidad decorativa de los empresarios y la comunidad haciéndola dialogar con su propia propuesta creativa.