Manuel Leal, pintor y escritor guanajuatense, fue honrado en vida en 1982 con un pequeño libro que tiene el mismo título que este artículo. En él el artista da cuenta de sus memorias, de donde hemos tomado gran parte de la información para este texto. El artista es nacido en 1898, vivió su niñez en Guanajuato capital, cursando estudios de primaria sin mucha preocupación, “apartado y de lejos contemplando ese alborozo que estallaba en infantiles carcajadas”, con la costumbre de poner apodos burlescos a sus compañeros y profesores (a quienes evoca, además de por sus motes, por sus defectos de carácter) y la de alguna travesura circunstancial.
Con una prosa amena, de fina ironía y sutil humorismo, el autor nos ha dejado en este librito un testimonio literario de la inundación de de 1905 que dejó en él una honda impresión debido a que pensó que iba a morir en ella, misma que estragó hondamente los edificios de la época.
Fue en la pubertad cuando su mente empezó a interesarse por el arte. Lector de novelas caballerescas, a los trece años, inspirado en don Quijote, se hizo una armadura de hojalata y otra para su hermano más pequeño, con quien jugaba a representar un par de caballeros. Sin embargo, continuaba sin hallarse en la escuela: “Yo iba a la clase por la mismísima razón que los bueyes tiran de los arados: ya adentro, me entretenía a veces en contar las vigas; otras, en contemplar alguna hormiga que trabajosamente caminaba en los ladrillos; otras más, en seguir con la vista alguna mosca que se iluminaba al pasar por un rayo de sol”. Soñando despierto con una niña, pasaba los días en este encierro escolar, donde alguna vez peleó con los compañeros que lo molestaban.
Cursó estudios de preparatoria en el Colegio del Estado, truncando sus estudios por la enfermedad y los incidentes de la Revolución. Trabajó entonces en una tienda de ropa y, como no ganaba lo suficiente, comenzó a pintar, cobrando precios “irrisorios” por sus obras. Fue entonces que decidió emprender un viaje a Estados Unidos en su ambición por tener mejor solvencia económica. En estados Unidos no tuvo la suerte esperada y regresó a México en 1920. En 1923 inició ingresó como maestro de dibujo, pintura e historia del arte en la Universidad de Guanajuato.
Hizo cuadros para los hoteles Posada Santa Fe, San Diego y Capri (en la ciudad de León este último). Del mismo modo, escribió varios libros, entre los que podemos nombrar Añoranzas y panoramas guanajuatenses (1951), Veinte estampas de Guanajuato (1955), Las momias de Guanajuato (1972). Ilustró también libros de otros autores entre los que podemos citar Leyendas y tradiciones guanajuatenses de Juan José Prado Soto y Relatos y sucedidos de Guanajuato de Ezequiel Almanza Carranza; y colaboró en revistas y periódicos del estado y la capital del país, como en la Revista de revistas, Jueves de Excélsior y El sol de León. Escribió también novela de ambiente taurino llamada Una Verónica al tiempo.
Su sobrino Mariano González-Leal recuerda su estudio lleno de “toneladas” de papales: cartas, artículos, dibujos, proyectos. Libros apilados cubriendo las paredes (“una biblioteca con cama”) al grado de que el artista llegó a exclamar respecto a sus libros: “Son para mí una necesidad; sin ellos no podría vivir”.
Murió a los 82 años. Sus amigos, quienes lo llamaban “el duendecillo de Santa Fe”, lo recuerdan como un curioso de exquisita amistad y sabrosa charla. “Murió de su muerte, acompañado y solo”, escribió el Dr. Luis Cervantes en 1975 para despedirlo.
Su sobrino-nieto el también escritor Mariano González-Leal Messina lo evoca de esta elocuente manera: “El entrañable don Manuel Leal, quien podría ser un personaje de fábula, cultivó entre quienes lo trataron una veneración singular, y su almario, repleto de ensoñaciones y anécdotas, fue el reverbero donde florecieron múltiples obras artísticas que constituyen piezas inseparables del imaginario popular. Por ellas desfilan apostadores y sacerdotes, borrachos y soldados, héroes y villanos y, en fin, toda la gama de fantasmas que son el reflejo vivo de una ciudad que es referencia fundamental a la hora de recordar las principales fortunas y tragedias de nuestra historia.”
Los dejamos con la galería del artista.