Pronto se cumpliarán dos años de la publicación del poemario Dos infancias, de la escritora celayense Montserrath Campos Sanchez, en ediciones La Rana del Instituto Estatal de la Cultura. Con tal motivo, hemos entrevistado a la autora aceca de este libro, el cual fue terminado gracias al apoyo del Seminario para las Letras Guanajuatenses, edición 2018.
Sobre este libro, se dice en la contraportada:
Este poemario propone una visión de la infancia como lugar de la herida fundante, y quizá irreparable, del ser afectivo, así como origen del lenguaje poético mismo, trenzado aquí de ausencias-deseos y horadaciones en la memoria como cuerpo propicio a los quebrantamientos. Una infancia oscura y erotizada que se ofrece sacrificial al sentido artístico, más allá del dolor y la orfandad.El árbol familiar y el fantasma del hijo no nacido son territorios de sombra que la inocencia quiere recuperar del caos y trascender por la palabra. Aunque, tal vez, trágicamente, a pesar de los afanes de la escritura, ‘hay infancias que no cicatrizan’.
1.- ¿En qué te inspiraste para escribir Dos infancias?
Este es un libro que comencé a escribir en el 2016 y, como está en su mayoría escrito en prosa, escribía ocasionalmente uno o dos poemas, dándome tiempo para encontrar con certeza lo que quería decir, no sólo sobre mi infancia, sino sobre la otra infancia. De ahí que el poemario se llame así.
Me inspiré por supuesto en la niña que fui y que perdió a su padre a los diez años, en la que creció herida por la hoja que se desprendió del árbol genealógico, la que se fue a estudiar a Guanajuato a perseguir un sueño que tenía que ver con la Literatura (pues mi primera Licenciatura la hice en Contaduría, ya luego en Letras Españolas), y que después, en un encuentro de poetas en el estado de Oaxaca, coincidió con otra chica que padecía de la misma herida paterna, y de la pérdida temprana de la infancia, y que cuando la leía –se llama Ana– sabía que era un espejo. Una ella-yo, que luego en el libro se convirtió en un “tú”; como un sujeto desdoblado que habla consigo mismo. Dos niñas-mujeres que supieron que sólo la poesía podría salvarlas de ese fantasma infantil… Aunque también hay cosas que se sugieren en el libro, otras pérdidas, otra infancia que no fue.
2.- ¿Cómo fue proceso de tutoría con Ángel Ortuño en el Seminario para las Letras Guanajuatenses?
Como lo comentaba, este poemario lo comencé en el 2016, y fueron 2 años en los que iba y venía por los párrafos y versos, hasta que se abrió la convocatoria del Fondo para las letras guanajuatenses en el 2018, y decidí participar con este libro, para entonces inédito, en la categoría de poesía Efraín Huerta. Estaba atemorizada puesto que era un libro que no había trabajado en ningún taller, y mucho menos leído a algún amigo, así que me arriesgué, y mi sorpresa fue que tuvo una buena crítica por parte de los lectores del Fondo Guanajuato., que seleccionaron los libros a participar. Entonces cuando tuve mi primer encuentro con el poeta Ángel Ortuño, que fue el tutor de ese seminario, me recibió y me leyó con mucho interés, por lo que el proceso durante las asesorías fueron pocas sugerencias de corrección; hubo muy buena química entre los dos, y sobre todo, su apoyo para que fuera publicado. Así que, en el 2019, Dos infancias fue uno de los poemarios seleccionados por parte de la editorial del estado para ser publicado. Y debo decir, que cuando presentamos el libro en la FIL de Guadalajara, Ortuño hizo una gran presentación del poemario, resaltando elementos del libro que sólo lectores agudos de poesía reconocen.
3.- ¿A casi dos años de la publicación, ¿cuál ha sido su crítica y recibimiento?
Pienso que es poco tiempo para saber si ha tenido un buen recibimiento, incluso que pueda ser tomado como mal libro. Creo que la literatura va medio siglo atrasada; es decir, leemos aún a los escritores de mediados del siglo XX; poco se lee de lo que se publica en la actualidad, sobre todo si es joven el escritor. Creo que algún día mi poemario tendrá un lugar en la crítica guanajuatense, qué mejor si fuera en la nacional. Lo que si te puedo decir es que a mis lectores directos, ya sabes, la familia, los amigos, los escritores con los que uno convive, les parece un buen libro: por el tema, por la forma, y sobre todo porque cuenta con un prefacio y un epílogo, que, aunque no es nada nuevo, revive viejas tradiciones. Confío en que le irá bien con el tiempo, pues la mayoría, como dice el libro: “Tenemos una herida de agua en el apellido paterno”.