Con sensualidad y ritmo, el Grupo Luceros prendió a la audiencia en la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas con su danza flamenca acompañada de las notas brasileñas del acordeonista Toninho Ferragutti.
En conferencia de prensa, Alessandra Kalaf, coreógrafa y bailarin, habló de cómo aprendió a bailar flamenco en México, y comentó que en un inicio bailaban y coreografiaban los discos de Ferragutti, que era su amigo, luego se pusieron de acuerdo para hacer un espectáculo con música original hecha exprofeso para su baile, de ahí nace Danza a Toninho Ferragutti.
Por su parte, el acordeonista de Sao Paulo dijo que le encanta componer viendo la danza y sobre todo buscar cómo el flamenco se puede acomodar a los ritmos tradicionales del país como el forro, el maracatu y el chorro.
Los tres bailarines flamencos, Kalaf, André Pimentel y Priscila Grassi, han sabido encontrar un punto medio entre estos dos folklores, más que mezclar ambas costumbres, consiguieron crear un nuevo lenguaje dancístico, un lugar donde la música se traduce en movimientos con tintes brasileños.
Del mismo modo, Alessandra Kalaf aseveró que la popularidad de este tipo de baile se debe a que el flamenco habla sobre los afectos humanos, de una manera muy sencilla, los afectos son muy claros: las tristezas, las alegrías y la pasión.
Fue este idioma común el cual maneja estas coreografías, la que logró conquistar la Alhóndiga, cautivando al público con el vigoroso zapateado, el castañeo, el abrir y cerrar de los abanicos y las vueltas con las coloridas faldas.
La presentación fue acompañada con acordeón, contrabajo, clarinete y percusiones. Entre baile y baile, los músicos deleitaron a la audiencia con movidas piezas que demostraban la alegría y vehemente cadencia que anega las calles brasileñas.
Este conjunto demostró que el flamenco no es algo únicamente propio de España, sino que es un arte vivo que tiene la posibilidad de combinarse con ritmos de todo el mundo y que su lenguaje dancístico se puede acentuar con movimientos de todas regiones.